Si alguien en la izquierda no sabe lo que hay que hacer, está en el lado equivocado

Equipo de Gobierno de Mariano Rajoy. / Twitter @marianorajoy
Equipo de Gobierno de Mariano Rajoy. / Twitter @marianorajoy

Hace unos días un periódico publicaba un panel de opiniones sobre el pensamiento de la izquierda hoy. Eran entrevistados dirigentes políticos, académicos y artistas. Sus respuestas explican mejor que un tratado por qué gobierna la derecha en España.

Si alguien en la izquierda no sabe lo que hay que hacer, está en el lado equivocado

En Huesca, una bloguera de 27 años, conocida en su medio por promocionar la afición a la caza, se ha suicidado. Tras ese hecho, inicialmente privado, se ha destapado algo más sórdido. La joven recibía hasta tres mil mensajes anuales de carácter agresivo en las redes sociales. Con insultos y amenazas explícitas contra su vida. Incluso fue objeto de campañas públicas de presión contra la empresa en la que trabajaba. Las denuncias presentadas no dieron lugar a acciones judiciales. Como ha ocurrido en el caso de varios toreros, los ataques escudados en el anonimato de las redes sociales no han remitido con su muerte.

Bajo la pretensión de defensa de los animales, o bien en nombre de cualquier otra forma de pensamiento dominante en la actualidad, la intolerancia se manifiesta con la misma pulsión agresiva que ha mostrado a lo largo de la historia. Al que piensa distinto no se le tolera que se exprese, se manifieste y a veces que exista. En el pasado fue la religión o la dictadura, hoy cualquier idea que se adueñe del espacio público y trate de evitar la esencia de la convivencia, el respeto a la diversidad. El anonimato permite la libre expresión de ese fondo oscuro, racista y violento, que anida en todas las sociedades bajo la capa represora de la civilización.

Hace unos días un periódico de gran difusión publicaba un panel de opiniones sobre el pensamiento de la izquierda hoy. Eran entrevistados dirigentes políticos, académicos y artistas. Sus respuestas explican mejor que un tratado por qué gobierna la derecha en España. Prácticamente todos evitaron pronunciarse y acudieron a la verborrea de ideas que no concretan, sentimientos que no expresan o proyectos nebulosos. Ideas tan sencillas como la desigualdad o la tolerancia, que son patrimonio histórico y rasgos apreciados por sus electores, no son siquiera enunciadas. Parecen arrumbadas en favor de los mensajes en las redes sociales, donde se trata de no decir nada y quedar bien.

Durante siglo y medio la izquierda batalló sin desmayo por la democracia tal como hoy la conocemos, en todos y cada uno de los países de Europa. Paralelamente y con base en el movimiento obrero, la socialdemocracia impulsó en todos los países lo que hoy llamamos Estado de Bienestar, un mecanismo reductor de la desigualdad y nivelador de oportunidades. A partir de 1960, otros problemas entraron en la agenda de la izquierda: el feminismo, la identidad sexual, el medio ambiente, la autonomía, ofreciendo nuevas dimensiones a los problemas clásicos de la lucha por la igualdad y la solidaridad. La globalización, que ha exacerbado los problemas, en especial la desigualdad y la devaluación del trabajo, exige de nuevo políticas claramente identificables con esos objetivos, no sólo un catálogo de servicios para determinados colectivos.

Cuando una fracción minúscula de la sociedad acumula rentas de forma desproporcionada mientras nuevos segmentos engrosan la pobreza, la precariedad y  la dependencia, no puede haber dudas, sobre el objetivo prioritario, la igualdad. Cuando demagogos de toda  laya proclaman sus fórmulas milagrosas mientras execran, desprecian o acosan a quienes no piensan como ellos, la misión de la izquierda será defender la tolerancia y paralelamente desenmascarar la demagogia. Los problemas citados no admiten grandes discursos sino labor constante, son difíciles y esquivos.

En la misma semana y en la misma Comunidad donde se suicidaba la joven citada, el Gobierno autónomo aprobaba una ley muy amplia sobre la memoria histórica, incluyendo sanciones contra quienes exhiban símbolos franquistas. Muy sensato y muy hermoso, a condición de olvidar que en este país no existen grupos que reivindiquen la dictadura ni partidos extremistas de ese signo que tengan representación  en el territorio nacional. La norma es un ejemplo de  mirada obsesiva hacia el pasado para recrearnos en las certezas incontestables, al fin y al cabo, según célebre frase, “contra Franco vivíamos mejor”. Mientras, la nueva intolerancia se cobraba una vida luego de una etapa de acoso inhumano. No era importante, ni víctima del terrorismo, ni de la violencia de género ni un niño refugiado muerto en una playa. Sólo era mujer, joven y con un hobby denostado. Carne de cañón para la horda emboscada en las redes. Si alguien en la izquierda no sabe lo que hay que hacer, está en el lado equivocado.

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