El tratado CETA, protagonista de una efímera actualidad

La firma del acuerdo entre la UE y Canadá.
La firma del acuerdo entre la UE y Canadá.

Una parte de la industria canadiense que comercia con la Unión Europea es industria mundial, con factorías por todo el mundo. Las relaciones habituales con Europa son, en la mayoría de las ocasiones, comercio intraindustria

El tratado CETA, protagonista de una efímera actualidad

Una casualidad, nacida en el destino parlamentario del PSOE, ha generado una polémica, banal por cierto, sobre la conveniencia o no de su abstención en el acto de ratificación española del tratado CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement), en el Congreso de los Diputados. El CETA es un tratado internacional entre la UE y Canadá que establece un marco de relaciones fluidas en determinados temas contemplados en 13 capítulos y 1.598 páginas, para el intercambio de mercancías y servicios. El marco establecido no supera el de la Organización Mundial de Comercio(OMC), organismo mundial al que pertenecen tanto la Unión Europea como Canadá, por lo que el marco de ventajas, es legal, en el seno de la OMC.

Desde 2009 en que comenzaron las negociaciones, solo voces críticas muy especializadas, han dejado oír sus reparos, que en cualquier caso se han referido más a la forma de las negociaciones que a su contenido, ya que éste, reiteramos, no supera el marco actual habitual, del comercio mundial. Desde agosto de 2015 en que se publicó el acta de negociación hasta febrero de este mismo año, en que ha sido aprobado por el Parlamento Europeo, no ha sido objeto en agenda política de los partidos españoles. Dada la aprobación en sede comunitaria, ha entrado provisionalmente en vigor prácticamente en un 90%, por esta razón la polémica ha sido superflua, si no ha servido para dar a conocer su contenido o, alternativamente interés político sobre sus posibles efectos.

Las ventajas contempladas en el tratado CETA suponen rebajas arancelarias para productos industriales, homologación de normas de certificación, elevación de cuotas de entrada en Europa de bienes agroganaderos canadienses...

Las ventajas contempladas en el tratado CETA suponen rebajas arancelarias para productos industriales, homologación de normas de certificación, elevación de cuotas de entrada en Europa de bienes agroganaderos canadienses y eliminan –para facilitar el tráfico comercial– barreras como las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) y se mantienen algunas otras típicas del intercambio de bienes culturales. Es decir, las características de este acuerdo son las esperables en una relación entre dos socios de la OCDE y de la OMC. La UE es una potencia comercial mundial y Canadá también, a pesar de que su tamaño en potenciales consumidores –no más de 37 millones de habitantes– es ridícula comparada con Europa o con USA. Sin embargo los europeos y los canadienses han encontrado ventajas mutuas en nuevos negocios.

Una parte de la industria canadiense que comercia con la Unión Europea es industria mundial, con factorías por todo el mundo. Las relaciones habituales con Europa son, en la mayoría de las ocasiones, comercio intraindustria: intercambios entre partes de la misma empresa localizadas en territorios bien distantes. Este tipo de intercambios no solo se mantendrán sino que al amparo del nuevo acuerdo se facilitan procesos de homologación de mercancías y/o componentes, certificaciones y trámites burocráticos que podrán en su caso ocasionar ampliación de los intercambios. Se trata de normalizar, abaratando, procesos de las relaciones comerciales ya existentes y abrir caminos para otras futuras de la misma naturaleza. No se espera, por ejemplo, que aparezca una nueva farmacéutica como fruto del acuerdo. Las existentes son conocidas y su poder de negociación es superior al de los Estados individuales en que se instalan. Otro tipo de mercancías objeto del tratado son del grupo de maquinaria compleja, con un grado de demanda europea muy superior a la capacidad del mercado interior canadiense. En este caso también el ahorro de costes favorece á las compañías instaladas en Canadá: aparatos de medición para laboratorios de cierta complejidad, equipos de comunicación...

Sí habrá negocio nuevo para las grandes constructoras europeas, ya que se ha permitido el acceso a la contratación pública en Canadá, incluso en niveles inferiores al Estado. En la UE ha sido muy celebrada esta posibilidad en un momento económico en que aún no ha remontado el ciclo hasta cotas de contratación pública pre-crisis. Este posible nuevo tirón de demanda pública en un territorio tan grande (20 veces la dimensión española) y un poco virgen de carreteras a ningún sitio, constituye el apartado más esperanzador de negocio para un reducido número de grandes compañías del IBEX. Podrán emigrar técnicos españoles a un país occidental conocido. La presencia futura en Canadá con obra pública encabeza una serie de contratos encadenados: mantenimiento, asesoría, e, incluso nuevos proyectos.

El ruido de la contestación política no ha hecho más que acariciar la superficie del tratado, ya que lo esperable es un comercio como el actual con ahorro de costes para sus protagonistas

El ruido de la contestación política no ha hecho más que acariciar la superficie del tratado, ya que lo esperable es un comercio como el actual con ahorro de costes para sus protagonistas. Si podremos ver entrada de ganado vacuno, por ejemplo, en competencia con el nuestro y a un precio inferior. No hay mas protección que el control sanitario de hormonas prohibidas en Europa. Nuestros vinos no tendrán problema por dos razones: la capacidad exportadora es muy pequeña para un mercado de masas, y, el vino, bien de lujo, ya se vende, el que se puede vender, en las cantidades discretas que caracterizan nuestra producción.

Finalmente la opacidad aducida como elemento de contestación al Tratado, diremos que es una constante en nuestra política. La opinión pública solo es diana de propaganda interesada. Prueba de ello son los informativos de las cadenas de televisión o de radio públicas: en cualquier otro país tendrían un formato completamente distinto. No es habitual recibir información sobre casi nada: ni del CETA, ni de la OTAN, ni de la UE, ni tampoco como se negocia la deuda de los clubes de fútbol con Hacienda. El mismo secretismo que hubo cuando se reformó la Constitución en agosto de 2012. Y no pasó nada.

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