No todo es una fiesta para España en los informes del FMI y de la OCDE

Christine Lagarde, presidenta del BCE. / RR SS
Christine Lagarde, directora gerente del FMI.

Algunos se han querido quedar con que España, sin Gobierno, sigue funcionando razonablemente bien en términos de crecimiento a corto plazo. Es una manera de leer el informe del FMI, pero hay más. La OCDE también parece ir por ahí.

No todo es una fiesta para España en los informes del FMI y de la OCDE

Hay medios y analistas que se han quedado con el titular de corto plazo del Fondo Monetario Internacional (FMI) para España, que viene a decir que este país mejorará sus previsiones inmediatas a pesar del bloqueo político que mantiene España sin Gobierno. Son menos los que han reparado en las cuestiones de fondo: en España se mantiene débil el crecimiento de la productividad, es muy alto el endeudamiento en algunos sectores y persiste un elevado desempleo estructural. Tal vez este segundo análisis –también del FMI– invita a la reflexión política y económica en mayor medida. Del mismo modo que las palabras de la economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Catherine Mann, quien alertó este miércoles del “desafío” que supone la falta de Gobierno para las perspectivas económicas de España. 

España arrastra un grave problema de productividad, su endeudamiento es desproporcionado y su nivel de paro está fuera de lugar

Gobierne quien gobierne España en los próximos años no podrá eludir ese segundo análisis del FMI, que tampoco puede ser ajeno a las decisiones de quienes rigen los destinos de la banca –incluido el BCE– y de las grandes empresas. España tiene un problema de productividad que deberá corregir a medio plazo, sigue endeudada en unas proporciones inadecuadas para su dimensión y tiene un nivel de paro que está fuera de lugar en un país del mundo desarrollado.

Son tres cosas graves, complejas, sin solución fácil a corto plazo, pero por esa misma razón podrían ser objeto de un cierto consenso político. Lo contrario, seguramente conducirá a que esos tres grandes problemas no desaparezcan y sigan condicionando la vidas de millones de personas.

¿Qué pasa con la productividad? Las empresas con aspiraciones competitivas deben preocuparse por su productividad —léase su capacidad de producir de manera eficiente en costes y sostenibilidad—, su creatividad —esto es, su capacidad de diferenciar sus productos y servicios por diseño, calidad, valor añadido y reputación de marca—, su innovación en los procesos de venta y servicios en mercados nacionales e internacionales —marketing, distribución, servicios posventa, etcétera— y su posibilidad de financiación adecuada.

¿Y cuál es la realidad europea y española? Si bien la Unión Europea ya subrayó en su cumbre de Lisboa de 2000 la necesidad de hacer un esfuerzo especial en I+D+i hasta 2010 para aumentar su productividad y competitividad económica, los resultados fueron tan pobres que se puede hablar de una década perdida, sin muchos avances posteriores.

Según el periodista y economista alemán Carsten Moser, Alemania fue quizás el único país que hizo sus deberes en cuanto a reformas estructurales y la promoción de I+D+i, porque entre otros motivos la reunificación había tenido como consecuencia un aumento significativo del déficit público, que había que contener. El resultado: la  economía alemana tenía una ventaja comparativa frente a los demás países europeos cuando llegó la crisis del 2008 y por eso pudo paliar los efectos de la misma mucho mejor. Por esa razón, Alemania insiste tanto en que los demás países europeos, por lo menos los de la zona euro, tienen que acelerar sus procesos de reformas estructurales y control del déficit público, si quieren ser competitivos en los mercados del mundo.

Si Europa —o por lo menos el núcleo de países en la zona euro al que pertenece España— quiere que sus empresas sean competitivas, tiene que asegurar un marco regulatorio que permita el buen funcionamiento de un mercado único, del intercambio de I+D+i entre centros de investigación y empresas, así como de los mercados financieros, con unas reglas de juego laborales, fiscales, bancarias y económicas armonizadas y un sistema judicial eficaz y transparente. Queda mucho por hacer. @J_L_Gomez

La productividad y la competitividad
Para que la productividad vaya al alza en España, sus empresas no deberán basarse exclusivamente en la moderación salarial. La contención de las rentas salariales, determinada en buena medida por las amenazas del elevado desempleo que sufre España, no será suficiente para afianzar la recuperación económica. Su recorrido siempre será limitado, nada favorecedor de la necesaria reactivación de la demanda interna y, a mayores, un obstáculo para la cohesión social, de ahí tanta desigualdad.
El problema económico y laboral de España al que apunta el FMI es de productividad, competitividad y crecimiento. Los españoles se quedaron sin la construcción y, de buenas a primeras, no supieron qué hacer para suplir ese tremendo vacío. Semejante aumento del endeudamiento de empresas y familias y, como resultado, de los bancos y las cajas de ahorros, tuvo que ver con la abundancia de liquidez en pleno boom inmobiliario, el descenso de los tipos de interés y la escasa percepción del riesgo.

 

La OCDE va de la mano de Luis de Guindos en sus advertencias a España

En su última actualización, el FMI revisó dos décimas a la baja su previsión de crecimiento para la economía española en 2017, hasta el 2,1%, frente al 2,3% que anticipaba en abril, y mantuvo sin cambios su proyección del 2,6% correspondiente a 2016. El PIB real en el segundo trimestre de este año sin Gobierno ha sido más fuerte de lo esperado en España, lo cual se reflejará en las proyecciones revisadas que se presentarán en la reunión anual del Fondo Monetario Internacional de octubre.

Diga lo que diga el FMI, Luis de Guindos, ministro de Economía, cree que la falta de Gobierno ya se ha empezado a notar en la economía española, con “una leve desaceleración”, que, según alerta, podría ser más intensa si esta incierta situación política se prolonga en el tiempo. En ese sentido, la economista jefe de la OCDE, Catherine Mann, alerta del “desafío” que supone la falta de Gobierno para las perspectivas económicas de España. En la presentación del informe de perspectivas, Mann advirtió además de que las exportaciones españolas sufren una elevada dependencia de los mercados de la zona euro, cuyas expectativas están empeorando en 2016 y 2017.

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