Luces y sombras en el mercado de empleo en España

Fátima Báñez, ministra de Empleo de España. / Twitter
Fátima Báñez, ministra de Empleo de España. / Twitter

Según la Encuesta de Población Activa (EPA), el paro baja de los cuatro millones por primera vez desde comienzos del año 2009 pero la mitad del empleo creado en el trimestre de abril a junio se genera en la hostelería. Sigue faltando empleo de calidad y se mantiene muy lejos el nivel de paro de 2007.

Luces y sombras en el mercado de empleo en España

Por primera vez desde el primer trimestre de 2009, el desempleo ha caído entre abril y junio por debajo de la cota de los cuatro millones de parados. Parece una noticia positiva, si bien se ve empañada por al menos dos peros: 1) el empleo de ahora tiene menos calidad, y 2) la cifra sigue estando muy lejos de los 1,7 millones de desempleados registrados en el verano de 2007. Dicho de otro modo, casi diez años de crisis están saldándose en España con unos niveles de paro fuera de lo común en el mundo desarrollado, a pesar de los avances observados en los últimos meses.

En general, la crisis trajo consigo precariedad, pobreza, desigualdad y desahucios y desencadenó nuevos escenarios políticos en España, ahora más inestable y más endeudada en la esfera pública. A ello se añade que muchos jóvenes cualificados se vieron obligados a tomar el camino de la emigración, sin muchas perspectivas de retorno. En el otro lado de la balanza, el déficit público parece estar bajo control y la economía crece a buen ritmo. Incluso el empleo en el turismo.

Más paro y menos renta disponible afean, pues, los logros económicos de la era Rajoy, caracterizada por el ajuste y la austeridad, en un contexto perfilado por los recortes en la protección social

Más paro y menos renta disponible afean, pues, los logros económicos de la era Rajoy, caracterizada por el ajuste y la austeridad, en un contexto perfilado por los recortes en la protección social (educación, sanidad, dependencia, seguro de desempleo…) y una dura reforma laboral que todavía no ha dado todos sus frutos pero que sí trajo más despidos y más baratos. Así fue –y es– el entorno de la economía familiar en la España de 2007 a 2017 y el resultado de la política económica aplicada por los dos últimos gobiernos: el del socialista Rodríguez Zapatero y el del conservador Mariano Rajoy.

Fiscalmente, tampoco hubo avances en términos de progresividad; más bien todo lo contrario, como observa el hacendista Xoaquín Álvarez Corbacho. A la vista de los principales impuestos que recaen sobre el salario, la primera categoría procede de la imposición real, visible, convencional: el IRPF –transformado ya en contumaz tributación salarial– y el IVA, que grava otra vez esa capacidad económica cuando el salario se destina al consumo.

La segunda imposición es invisible, oculta, desorientadora. Una se origina con la inflación repuntando y la tarifa progresiva del IRPF. Si el salario se ajusta a la inflación y mantiene su capacidad adquisitiva, pero la tarifa permanece, esa capacidad económica puede soportar un gravamen superior. La otra procede de recortar el gasto público. Porque la austeridad y la reducción del gasto es también tributación oculta que grava de forma progresiva y dolorosa la pobreza. Cuanto más pobre es la persona, más sufrimiento proporcionan los recortes en sanidad, educación o dependencia, pudiendo incluso alcanzar la exclusión.

La tercera imposición sobre el salario es cínica y desvergonzada, al estar asociada a la amnistía fiscal. Porque el fraude tributario lo soportan siempre los contribuyentes honrados. Pagando más impuestos, recibiendo menos servicios o ambas cosas a la vez.

Finalmente, estaría el gran fraude tributario y la fuga de capitales. Su dimensión ronda los 250.000 millones de euros al año –un 25% del PIB–, pero sus efectos sobre el ahorro, la actividad productiva y los contribuyentes honrados es demoledora. Porque estos recursos se utilizan después para financiar los déficits públicos, exigiendo a su vez que suban los impuestos o recorten el gasto para garantizar así el pago de la deuda.

El país no ha avanzado en progresividad fiscal –un factor clave en la economía de cualquier país moderno– pero tampoco en educación, la herramienta imprescindible para tener un buen capital humano. En España se asocian poco educación y economía, a diferencia de los países más desarrollados, donde se entiende el concepto capital humano como la capacidad productiva de una persona como generadora de renta y riqueza. @J_L_Gomez

Guillermo de la Dehesa. / TVE

Guillermo de la Dehesa. / TVE

A vueltas con la educación

La formación profesional dual más que al alza está de moda, pero resulta poco visible. En realidad, lo que España haga con la educación marcará el rumbo de la economía y el bienestar, de ahí que sea tan importante –para todos– que haya consenso, lejos de lo que sucede con las frecuentes reformas educativas en España, la última del PP. Solo el cambio de la formación profesional puede marcar un antes y un después en la economía, pero también todo lo que se haga en otros frentes educativos.

En una economía avanzada, la inversión más productiva y con rendimiento más creciente es la inversión en capital humano en sentido amplio, que va desde inversiones en infraestructuras que mejoren la salud y la comunicación hasta en educación primaria, secundaria, universitaria y en investigación y desarrollo. La acumulación de capital humano es aún más importante para el desarrollo que la acumulación de capital físico, como acredita el economista Guillermo de la Dehesa, consejero del Santander. @mundiario

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