La fiscalidad admite revisiones en el mundo de la imposición verde y de la nueva estrategia para los montes
Las cuentas de la Xunta, como pasa con la economía de Galicia, van pareciéndose cada vez más a las de los años previos a la crisis, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Y para innovar.
La Xunta de Galicia aprobó un presupuesto para 2018 de 9.487 millones de euros –“el más alto desde 2010”, subraya–, con el que pretende “reforzar la creación de empleo –habla de 17.500 nuevos puestos de trabajo y de dejar la tasa de paro en el 14,2%–, el gasto social, la innovación y el crecimiento en estabilidad”. ¿Es todo ello cierto?
Es verdad que el presupuesto aumenta en 265 millones, un 2,9% que el previsto para 2017, pero no lo es menos que esa comparativa aporta pocas luces, ya que las cuentas de 2017 ni siquiera están liquidadas. En buena lógica, si hay recuperación habría que contrastar más bien con el año 2009, y en ese caso las cuentas andaban por encima de los 10.500 millones de euros. Incluso las de 2010, que la Xunta usa como año de referencia, superaron los 10.200 millones. Por lo demás, el incremento es menor a los experimentados del 2015 al 2016 (369 millones) y del 2016 al 2017 (465 millones).
Todo ello refleja que en el fondo la aportación del sistema de financiación es inferior a la de 2009, lo cual indica que hay margen para gestionar más recursos si se quieren desarrollar las potencialidades de la economía gallega. Un dato que no es precisamente irrelevante en la antesala de un nuevo sistema de financiación autonómica.
Visto con perspectiva española, la Xunta estaría asumiendo que Galicia crecerá más que España, ya que el Gobierno de Rajoy acaba de revisar a la baja la previsión de crecimiento
El contexto macroeconómico, sin ser del todo malo, no mejora. De hecho, las cuentas de Feijóo prevén un incremento del PIB del 2,5% para 2018, por debajo del previsto para este año, estimado en un 3,1%. Visto con perspectiva española, la Xunta estaría asumiendo que Galicia crecerá más que España, ya que el Gobierno de Rajoy acaba de revisar a la baja la previsión de crecimiento y estima que el PIB crecerá un 2,3% en 2018.
El crecimiento se atribuye sobre todo al sector privado, ya que cuando se ve la aportación pública al consumo final resulta que es de las más bajas. Solo el consumo de los hogares aporta menos. Son materias donde la Oposición y el propio Gobierno podrían revisar las cuentas, ya que si unimos ambas cosas parece haber margen para la autocrítica.
En materia de paro los datos, sin ser del todo malos, son algo confusos. Se asume la creación de empleo neto pero sería interesante que los redactores del informe económico aclarasen qué pasa con la evolución de la población activa y también con la interrelación entre población activa y crecimiento. No está nada claro, ya que se supone que una economía que crece debe ser capaz de crear empleo neto. Es decir, sin aprovechar el efecto de la emigración, puesto que de nada vale que baje la tasa de paro si es a cuenta de expulsar a los gallegos de su comunidad, como sucedió en los últimos años.
Un frente que no parece estar muy trabajado es el fiscal. El documento de la Xunta incluye algunos retoques –poco significativos en cuanto al volumen de las cuentas– pero no se adentra en la fiscalidad verde, que en Galicia parece ser un reto todavía mayor que en otras partes de España. Al tratarse de una comunidad productora de energía, existe margen para elevar las aportaciones al fisco de las grandes empresas; máxime cuando son especialmente contaminantes. Asimismo, el reto forestal, que se supone que es una política de país, podría admitir reformas fiscales en diversos frentes, tanto para influir en la estructura de la propiedad del monte –muy abandonado, sin limpiar–, como para favorecer la industrialización de la madera. @J_L_Gomez
La crisis ha hecho estragos en las capas sociales menos favorecidas
La renta de inclusión social de Galicia, conocida como Risga, tiene cada vez más beneficiarios, lo cual significa que la crisis ha hecho estragos en las capas sociales menos favorecidas de esta comunidad. Actualmente hay más de 11.000 beneficiarios que viven con menos de 500 euros al mes. Esto quiere decir que, a pesar de la recuperación que muestran los datos macroeconómicos, cada vez hay más ciudadanos que necesitan esta ayuda para sobrevivir, el doble que en el año 2009.
Por otra parte, la inversión en investigación, desarrollo e innovación bajó en Galicia casi un 20% en la última década; es decir, el doble que en el conjunto de España, a pesar de tratarse de una economía menos avanzada, que exige, en buena lógica, un esfuerzo mayor en ese tipo de materias. Este revés es atribuible tanto al sector público como al privado, pero se supone que la Xunta de Galicia debería ser especialmente proactiva. De hecho, algunas de sus iniciativas van ya en esa línea.