Europa no logra hacerse respetar por Donald Trump

Angela Merkel y Donald Trump. / RRSS
Angela Merkel y Donald Trump. / RR SS

La canciller alemana habla de unidad europea pero se resiste a un gran presupuesto común, de ahí que Bruselas anuncie eurobonos “a muy largo plazo”.

Europa no logra hacerse respetar por Donald Trump

La Europa en la que España logró engancharse a la modernidad y el bienestar está ahora en fase de cambio, centrada en unirse para hacer frente a EE UU y el Reino Unido –dos inesperados adversarios sobre el tablero– y terminar de salir de la crisis. Todas las miradas, como casi siempre, están puestas en Alemania.

No deja de ser curioso que la canciller alemana Angela Merkel se disponga a construir un liderazgo europeo, asociada al francés Emmanuel Macron, sobre la base de un enemigo exterior. Uno más. Pero con muchas contradicciones internas: esa misma Merkel se resiste a un gran presupuesto común y eurobonos, de ahí que Bruselas hable de eurobonos a muy largo plazo, debido a la posición reticente de Alemania

Por momentos da la impresión de que la irrupción de Donald Trump y sus políticas contrarias a la Unión Europea pesan más que la propia salvación del euro, la libre circulación o proyectos como Erasmus y otras iniciativas que acercan a la gente —y sobre todo a los jóvenes— a un proyecto europeo que avanza a un ritmo muy lento.

Claves económicas en la pelea de alemanes y americanos

La lucha entre Trump y Merkel es económica. Las claves del bienestar de unos y de otros están en el crecimiento y, más concretamente, en los ingresos fiscales que del mismo se desprenden. Lejos de la cooperación, Trump parece aferrarse a Darwin cuando, tras estudiar el comportamiento de los seres vivos, llegó a la conclusión de que sobrevive el más fuerte. Pero tal vez se olvidan de que no estamos solamente inmersos en una crisis financiera y económica, sino también social y de valores, como advierte el catedrático de economía Fernando González Laxe.

En este nuevo escenario, España no tiene otra elección que seguir los pasos de las dos grandes economías de la zona euro, Alemania y Francia, que son sus grandes socios comerciales y los únicos que pueden tirar de sus exportaciones; máxime cuando la devaluación interna abarata las producciones. A España no le queda otra que trabajar más a mejores precios para poder exportar más, recuperar la economía y, de ese modo, aumentar el empleo.

Reino Unido y EE UU tienen para España otro tipo de atractivo, que no debería verse empañado: sus ciudadanos –sobre todo los ingleses– son grandes amantes de hacer turismo en España, que a este paso podría ir hacia un mercado de cien millones de visitantes al año. A su vez, Reino Unido y EE UU, junto con Francia, Alemania y algunos países sudamericanos, son los destinos de nuevo emigrante español, cuyo perfil es el de un adulto de entre 28 y 45 años.

Los problemas de España

Pero entre los problemas de fondo de la economía española siguen estando los mismos de siempre, que no conviene perder de vista: pendiente de un nuevo modelo productivo, España debe prepararse para exportar con más valor añadido, debe arreglar sus cuentas públicas, precisa reducir su desmesurado endeudamiento y necesita reforzar el tamaño de sus empresas.

Otra alternativa es la emigración. Lamentablemente, es una salida en la España de hoy. No todos los que se van son españoles, porque muchos de ellos son extranjeros que retornan a sus países de origen o que se mudan a otros, pero aun así ya es importante el número de españoles que vuelven a emigrar, agobiados por la falta de oportunidades. Atrás queda la década anterior a 2008, en la que España había sido el destino favorito de la inmigración hacia Europa, hasta el punto de que en un solo año habían entrado 700.000 extranjeros. @J_L_Gomez

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