El desastre de los incendios en Galicia, una razón más para cambiar la política forestal

Mariano Rajoy visita a los profesionales de la lucha contra los incendios forestales en Galicia. / Mundiario
Mariano Rajoy visita a los profesionales de la lucha contra los incendios forestales en Galicia. / Mundiario

La iniciativa corresponde en este caso al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, del PP, que gobierna con mayoría absoluta. La Oposición, si es pragmática y quiere ser útil, puede ser crítica con la gestión política del Gobierno gallego sin perder de vista el medio y largo plazo.

El desastre de los incendios en Galicia, una razón más para cambiar la política forestal

Lo que se ha visto con los incendios en Galicia es terrible. Dos mujeres perdieron la vida en Nigrán (Pontevedra), atrapadas en una furgoneta, y un septuagenario falleció en un corral de Carballeda de Avia (Ourense). Otra persona de edad avanzada perdió la vida tras sufrir un accidente en Vigo. En total llegaron a coincidir 105 incendios activos. En 17 municipios se declaró la alerta de nivel dos. Las llamas cercaron la ciudad de Vigo. Son argumentos de peso como para reflexionar y adoptar medidas de corto, medio y largo plazo.

La Xunta de Galicia está centrándose en los incendiarios y en las dificultades reales para hacer frente a determinados fuegos pero debería ensanchar el debate para adentrarse en su política forestal, las insuficientes medidas de prevención y, en definitiva, la falta de soluciones para el futuro. No basta con las cuadrillas. Tampoco con apelar a los delincuentes. El problema tiene mucho más calado.

Vayamos por partes. ¿Qué es lo que arde? A menudo se trata de pequeños ferrados de tierra sobre los que crecen los ahorros de miles de pequeños labriegos. Sus pinos, sus  eucaliptos, sus robles, sus castaños... son sus planes de pensiones o sus fondos de inversión. Muchos de ellos, cuando llega su tiempo, talan esos árboles y cubren los gastos de las bodas de sus hijos o financian las carreras de sus nietos. Es decir, son sus ahorros a largo plazo y entrarían en la calificación que Keynes definía como ahorros "motivo precaución". Otras veces son comunidades de pequeños propietarios de montes los que gestionan sus recursos forestales. Rara vez hay grandes empresas en la producción, a diferencia de lo que sucede en la comercialización y en la industria que encabezan firmas como Ence o Finsa.

Es fácil entender lo terrible que resulta que en una noche te arrebaten tus ahorros, y no puedas hacer nada, salvo contemplar cómo se consuma la trágica acción con el corazón angustiado. En determinadas circunstancias la lucha contra el maldito fuego supone arriesgar la propia vida. Cuatro personas murieron este fin de semana.

Es cierto que en California, Portugal y otros pases también suceden acontecimientos como los de Galicia, no menos lamentables, pero no por ello constituyen un consuelo ni deben ser un argumento político para la inacción. Tampoco es una solución apelar a la delincuencia, que en todo caso no sería organizada, según la fiscalía. Claro que hay que buscar a los culpables de aquellos incendios que sean intencionados pero con eso no basta. No pongamos cortinas de humo.

Todo debe empezar por el consenso, ya que llevar a cabo una reforma de la propiedad de la tierra, de reordenación de especies, de industrialización, etcétera, exige al menos quince o veinte años, período en el que se supone que gobernarán distintos partidos que deben mantener una estrategia común

La verdadera alternativa es de medio plazo y supone hacer reformas importantes, cuyo objetivo debe ser industrializar el monte, de modo que se generen recursos suficientes para garantizar que los bosques estén limpios, ordenados y vigilados. De hecho, cuando sucede todo eso –véase el norte de la provincia de Lugo o Finlandia– apenas hay incendios forestales.

Galicia tiene graves problemas en sus montes que exigen soluciones políticas y económicas. Ya es la primera potencia forestal de España y podría serlo también de Europa, en competencia con Finlandia. Se trata de remedios asequibles, que deben empezar por el consenso político, ya que llevar a cabo una reforma de la propiedad de la tierra, de reordenación de especies, de industrialización, etcétera, exige al menos quince o veinte años, período en el que se supone que gobernarán distintas fuerzas políticas que deben mantener una estrategia común. La iniciativa corresponde en este caso al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, del PP, que gobierna con mayoría absoluta. La Oposición, si es pragmática y quiere ser útil, puede ser crítica con la gestión política del Gobierno gallego sin perder de vista el medio y largo plazo. @J_L_Gomez

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