Ante los demonios históricos de Alemania, inestabilidad económica o política, la garantía de Merkel

Angela Merkel. / Anamaría Tudorica
Angela Merkel. / Anamaría Tudorica

En un mundo inestable, la canciller alemana Angela Merkel seduce por su coherencia, política y moral. Se encamina al cuarto mandato: lleva en la Cancillería desde 2005.

Ante los demonios históricos de Alemania, inestabilidad económica o política, la garantía de Merkel

A tres semanas de las elecciones alemanas, todas las proyecciones de voto otorgan una cómoda mayoría a Angela Merkel. Ignorando las pretensiones de Albert Rivera sobre la limitación de mandatos, Merkel se encamina al cuarto, llevando en la Cancillería desde 2005, luego de haber sido ministra durante otros siete años. Suma además  una carrera parlamentaria que dura ya 27 años y la presidencia de su partido, la CDU, desde el año 2000. Frente al adanismo de muchos politicos españoles, experiencia máxima.

Durante esos años, internamente venció a Schauble, hoy su ministro de Finanzas, y en la elecciones derrotó al entonces canciller, Schroeder, socialdemócrata, como haría luego frente a los candidatos de ese partido,  Steinmeier y más tarde frente a Steinbruck. Lo que no le ha impedido formar gobierno de coalición con los socialdemócratas en distintas ocasiones. La gran coalición alemana ha resultado mortífera para el SPD. Aunque ha impulsado una agenda social, como suele ocurrir en las coaliciones, el mérito principal recae en la socia principal, la CDU.

En esta ocasión el SPD presenta como candidato a Martin Schultz, eurodiputado durante 23 años y presidente de esa Cámara durante los cinco últimos. Un político de estilo directo pero con el handicap habitual entre quienes se dedican a los asuntos europeos: son percibidos por los electores como alejados de los problemas reales. Es la traducción electoral de una realidad: la política comunitaria no emana de los resultados electorales directos sino del juego de intereses entre los gobiernos. No decide el Parlamento, ni siquiera la Comisión, sino el Consejo de Jefes de Gobierno con Alemania en primer lugar  y por tanto Merkel de un modo muy visible.

El Brexit ha reforzado la hegemonía de Alemania. Los intentos de Macron por establecer un coliderato basado en el tamaño, no están produciendo resultados. Frente a la solidez de la economía alemana, Francia aún debe efectuar reformas costosas. Si antes Francia permitía equilibrar el obstruccionismo británico en la cúpula de la UE, ahora Alemania no necesita esa ayuda.

Paradójicamente, las reformas cruciales para  la economia alemana actual fueron abordadas por el socialdemócrata Schroeder

Paradójicamente, las reformas cruciales para  la economia alemana actual fueron abordadas por Schroeder. Esas reformas, de las que proceden la actual productividad alemana y el bajo desempleo, tuvieron un elevado coste social y determinaron la derrota electoral, además de provocar una escisión en el SPD.  Merkel se benefició de ambos hechos pero supo mantener el rumbo mediante la política de austeridad fiscal y contención presupuestaria. Hasta el extremo de que hoy la economía alemana se financia a tipos negativos. No ha estado sola. Todas las economías vinculadas a Alemania la han respaldado en Bruselas con los tremendos costes para las economías del sur de Europa que hoy conocemos.

Pero Merkel ha tenido además talla moral, a un nivel infrecuente. Ha defendido sin desmayo la acogida de refugiados, incluso contra la opinión pública de sus compatriotas. Frente a las cuotas timoratas y además incumplidas de los demás países, ha abierto las puertas de Alemania a refugiados.

Y ha parado los pies al Presidente turco, Erdogan, por diversas razones, pero lo ha hecho. En Bruselas, dilatando su solicitud de adhesión, y recientemente al rechazar las demandas autoritarias de extradiciones.

La sociedad alemana tiene problemas serios: la precariedad de los jóvenes por ejemplo, el envejecimiento o el elevadísimo coste de los sistemas de protección socisl. Pero mantiene un sector público sólido así como resultados económicos positivos. Ante los demonios históricos de Alemania, inestabilidad económica o política, Merkel ha sido una garantía. No es una oradora brillante, ni una dirigente carismática pero es sólida y constante. Previsible en tiempos de turbulencia. Eso es lo que parecen medir las encuestas.

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