El cierre de oficinas bancarias conduce a la disminución de la competencia en el sector financiero

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El cierre de oficinas bancarias en Galicia es más acusado tras el inicio de la crisis financiera.

Tras el estallido de la crisis financiera los bancos han reducido la red comercial, como consecuencia principalmente de la evolución a la baja del Euribor y los cambios en el perfil financiero de la clientela.

El cierre de oficinas bancarias conduce a la disminución de la competencia en el sector financiero

Michael Porter, catedrático en la Harvard Business School y el gran gurú de la estrategia empresarial, entre su clasificación de los mercados en cuatro casos generales, distingue el de aquel que muestra unas elevadas barreras de entrada y, a la par, altas barreras de salida. Por “barrera de entrada” hemos de entender los elevados requerimientos a los que un nuevo competidor ha de enfrentarse para acceder a un mercado, como fue hasta ahora el caso de la actividad bancaria en España. Intensiva en red de oficinas, lo que dificultó la entrada de la banca extranjera y lo que explicó el fracaso, principalmente, de los bancos ingleses, franceses o alemanes, en captar cuota de mercado significativa.

Pero se están terminando los tiempos en los que los locales comerciales situados en las mejores esquinas eran ocupadas por las oficinas bancarias. Se reduce la demanda de esos inquilinos buenos pagadores y nada conflictivos para los propietarios de los locales. Se multiplican los ERE’s en los bancos, algo impensable hace tan solo ocho años. Y la barrera de entrada se reduce, pero el negocio ya no es tan atractivo.

Las razones del declive de la red comercial bancaria

La tupida red de oficinas es un modelo de negocio que se termina. Dos son los factores que lo explican: los tipos de interés que se mantienen próximos a cero durante un tiempo prolongado y el perfil de una clientela que está mutando aceleradamente y que ha dejado de percibir la proximidad como el primer factor de decisión a la hora de elegir un banco.

Desde agosto de 2012 el Euribor se mantiene en tasas inferiores al 1% e, incluso, desde febrero de 2016 presenta tasas negativas. Como consecuencia de ello los depósitos en poco son atractivos para la banca, pues apenas se gana dinero con ellos y numerosas oficinas bancarias que antes justificaban su viabilidad en los depósitos, ahora ya no son rentables. Si analizamos la situación desde la óptica contraria, las oficinas más viables serán aquellas con generación de negocio en operaciones de crédito, pero estos clientes solo suelen acudir a la oficina para negociar la operación y en esas circunstancias, el factor proximidad es casi irrelevante.

Pero precisamente son las cuentas corrientes, de ahorro y a plazo fijo las que generan mayor tráficos de clientes a las oficinas bancarias y sus titulares son el segmento de clientes de mayor edad y, básicamente, de menor perfil financiero. Con la masificación del uso de internet en ordenadores y móviles, los perfiles más atractivos de clientes ya no acuden a las oficinas y el relevo generacional dará la puntilla a la red de oficinas bancarias tal como la conocíamos.

La evolución antes y después de la crisis financiera

Como se aprecia en el gráfico del encabezamiento hasta 2008 no dejó de crecer el número de oficinas bancarias, con un crecimiento más lento en Galicia que en España, quizás por el proceso de fusión de las cajas del sur que conformaron Caixanova y por el menor dinamismo inversor de la economía gallega respecto de la española.  

La estrategia de expansión de la red comercial se paró con el estallido de la crisis financiera tras la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de ese mismo año. El brutal aumento de la morosidad, en tasas superiores al 10%, la crisis de las cajas de ahorro, los procesos de concentración y, como habíamos apuntado, las caídas en el Euribor y los cambios en los hábitos de los consumidores bancarios motivaron una cadena de cierres que no parece tener fin. Todo ello como consecuencia de una errónea estrategia empresarial que llevó a multiplicar los puntos de venta basándose en las expectativas de subrogación de préstamos promotor de los compradores de cientos de miles de viviendas ahora propiedad de la banca por la quiebra del sector inmobiliario.

Si tomamos como referencia el ejercicio 2001, vemos en el gráfico anterior como en 2015 el número de oficinas se habría reducido al 79,95% en España y al    72,56% en Galicia. Presentando el número de empleados del sector una caída similar, al reducirse de los 239.895 a los 197.380 actuales, con una reducción de 73.475 empleos desde el máximo de 2008 en una bajada sin precedentes en otros sectores de la economía.

En Galicia el descenso de la red es más acusado gracias a la práctica desaparición de nuestro sistema financiero propio. La fusión de Caixa Galicia con Caixanova, la desaparición de los servicios centrales de Banco Pastor tras su compra por el Popular y la retirada del mercado de las cajas de ahorro españolas en crisis implicaron que el impacto fuese superior al verificado en España.  

La guerra no ha terminado. El oligopolio que persigue la triada imperante en el sector: Santander, BBVA y Caixabank, unido al empeño del nuevo Gobernador del Banco de España, Luis M. Linde, en avanzar en el proceso de concentración fomentado por el nefasto Mafo, nos lleva a pronosticar una mayor reducción de la red por causas exógenas al propio sector.

Comenzábamos este artículo comentando la fortaleza competitiva de la banca española que habría logrado doblegar a los gigantes del sector a nivel europeo tras la entrada en la Unión Europea. Esa ventaja parece que tiende a eliminarse y dado que se avecina un oligopolio evidentemente perjudicial para pymes y clientes particulares, sería deseable que nuevamente los bancos europeos se planteasen retornar a este mercado para volverlo más competitivo.

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