El autoconsumo eléctrico plantea un debate incompleto sin el balance neto

Durante estos últimos meses estamos viviendo el debate sobre la conveniencia de las energías renovables, en una modalidad pendiente de regular como es el autoconsumo.

El autoconsumo eléctrico plantea un debate incompleto sin el balance neto

Durante estos últimos meses estamos viviendo el debate sobre la conveniencia de las energías renovables, en una modalidad pendiente de regular como es el autoconsumo.

 

El autoconsumo abarca la generación eléctrica distribuida por parte de pequeños propietarios (hogares, PYMES...) para producir electricidad, que se consumirá directamente, en vez de la venta a la red como sucede actualmente. El debate actual se está centrando en la aplicación, o no, de los “peajes de respaldo”, cuando realmente se debe ampliar dicha discusión otra modalidad adicional como es el balance neto.

El autoconsumo tiene múltiples ventajas energéticas, básicamente de la mejora de la eficiencia al no existir pérdidas en transporte, generación de electricidad renovable, no emisión de Gases de Efecto Invernadero... pero sobre todo debemos resaltar que se trata de una decisión individual en la que el propietario apuesta libremente por ésta. Al Ministerio de Industria no le gusta el autoconsumo, y está tratando de imponer unos disuasorios “peajes de respaldo” con absurdas justificaciones para mantener el statu quo del sector eléctrico; detrás de estos peajes está la difusa deuda denominada Déficit Tarifario, por el que las grandes eléctricas han adelantado 30.000 millones de € para sufragar la factura de todos los consumidores, y es lógica la preocupación del Ministerio por evitar cualquier novedad que alargue su liquidación.

No entraré en el Déficit Tarifario por tratarse de un tema que merece un artículo (o varios) por sí mismo, pero sí valorar la conveniencia del autoconsumo. La última propuesta del Ministerio de Industria es absurda, porque en la libertad de cada persona o empresa está el consumir electricidad proveniente de la red o de sus propios generadores y en el caso que la producción sea insuficiente nadie le puede impedir consumir de la red; para una más fácil comprensión podemos equipararlo a un agricultor que paga por los tomates que compra en el mercado, pero también debe pagar por aquellos que produce para sí mismo y deja de comprar al exterior, en apoyo de la existencia de un mercado organizado de distribución de frutas y verduras.

Lo que está pasando desapercibido es cuál sería el efecto real del autoconsumo si se aplica con la necesaria lógica. Esta modalidad admite la generación eléctrica usando todas las fuentes renovables, pero las tecnologías que mejor se adaptan serían la fotovoltaica y la minieólica; aunque existen múltiples situaciones la decisión de implantar una instalación de este tipo pasa necesariamente por el análisis económico y un corto periodo de retorno, sólo aquellas ubicaciones con un elevado recurso solar o eólico son apropiadas.

En fotovoltaica el autoconsumo precisa en primer lugar un desembolso económico importante, que puede estar en torno a los 8.000/10.000 € (unos 5 kW para viviendas unifamiliares) y disponer de una superficie sin sombras de unos 50 m2 directamente orientadas al sur (no vale orientaciones SE o SO). Esta instalación con una buena radiación solar en Galicia, cuyo consumo eléctrico se realice exclusivamente en momentos despejados puede generar en torno a unos 6.000 kWh útiles al año, que suponen un ahorro de unos 1000 € en la mejor de las condiciones (y suponiendo que el consumo se realiza en horario diurno); si a esto le descontamos los costes de mantenimiento e incluso descartamos la existencia de impuestos artificiales como los “peajes de respaldo”, difícilmente tendremos un periodo de retorno inferior a los doce años; y esto en los mejores casos en los que la producción se consuma íntegramente. En las instalaciones industriales los costes de escala pueden mejorar estos números, (el precio del kW instalado es algo más bajo, el consumo de energía eléctrica se realiza durante el día...) aunque en ningún caso creo que se pueda reducir de los diez años. Todos estos cálculos se deben realizar siempre suponiendo que el usuario conecta siempre las lavadoras, lavaplatos o maquinaria industrial en los momentos de mayor radiación solar; pero además los meses más soleados (junio, julio y agosto) son los de mayor radiación y no suele ser los de mayor actividad familiar o industrial.

En el caso de las instalaciones minieólicas la situación es similar, con el agravante que el viento además de imprevisible no tiene un comportamiento tan regular como el sol; puede hacer viento de noche o de día y de forma intermitente a lo largo de todo el año. En estos casos el aerogenerador requiere un elevado recurso eólico, y no suele ser compatible con zonas urbanizadas (edificios multivivienda) sino más apropiada a granjas o instalaciones industriales en el rural, que por su propia actividad no suelen ser compatibles con zonas muy venteadas.

El debate real
El autoconsumo tiene aplicaciones muy válidas, y muchas, pero en la modalidad propuesta no conseguirá que las cubiertas de las viviendas o industrias españolas se llenen de paneles fotovoltaicos, y mucho menos de miniaerogeneradores. Por los motivos aquí explicados considero que este debate es incompleto, y los esfuerzos del Ministerio de Industria contra el autoconsumo absurdos, ya que no son muchas las instalaciones nuevas durante los próximos años; es excesivo el esfuerzo de las grandes eléctricas en evitarlo, porque este se limitaría a un porcentaje mínimo (y quizás inapreciable) en el panorama energético nacional, ya que no es fácil obtener un periodo de retorno razonable.
El debate real es el del balance neto, es decir … ¿qué sucede cuando la producción es superior a la demanda?, estrictamente el autoconsumo se limita al aprovechamiento de la generación propia, y la potencia de la nueva instalación debe ser del orden de la potencia mínima que se consume, porque en caso de producir en exceso ésta se pierde. Con la existencia del balance neto, o la compra obligatoria de los excedentes, la situación podría cambiar; el balance neto nos permitiría un intercambio de excedentes con la energía demandada en otro momento en una especie de “bolsa de horas”, y sí que garantizaría la viabilidad económica de estas instalaciones con unos periodos de retorno que podrían ser menores a los diez años, y una inversión mucho más segura para el potencial inversor.

 

Comentarios