Vigo no está dispuesto a vender a la entidad mercantil Celta de Vigo el estadio de Balaídos

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Estadio municipal de Balaídos, en Vigo.

El presidente de la entidad mercantil Celta de Vigo S.A. sigue empeñado en que la ciudad enajene a su favor el estadio de Balaídos, para llevar a cabo un proyecto urbanístico-comercial, pese a que dispone del estadio como propio.

Vigo no está dispuesto a vender a la entidad mercantil Celta de Vigo el estadio de Balaídos

Cuando uno llega al estadio de Balaídos llama la atención que en su fachada, sobre unas reducidas letras donde se lee “Estadio Municipal de Balaidos”, sobresale encima de este rótulo, cuatro veces más grandes la leyenda: “Fundación Celta de Vigo”.

La pintoresca pretensión del presidente de la entidad mercantil “Real Club Celta de Vigo S.A.” de hacerse con la propiedad del Estadio Municipal de Balaídos (y es de suponer del resto de las instalaciones públicas que usa la corporación deportiva) denota una insistente contumacia, pese el rechazo que tal eventualidad ha provocado en todas las fuerzas políticas representadas en el Ayuntamiento, más allá de las propias referencias ideológicas.

Es evidente que Carlos Mouriño Atanes precisa hacerse con unos activos poderosos, y nada más atractivo que Balaídos, para conseguir una situación patrimonial que le permita, llegado el caso, reforzar la sociedad con unos bienes propios que la hagan atractiva, en su caso, para otros potenciales clientes. Únase a ello que el proyecto no consiste solamente en una pretendida operación para salvar el club, ya que el Celta disfruta de Balaídos y sus instalaciones complementarias como si fuera un bien propio, por lo que disponer del estadio no es el problema, sino que hacerse con el mismo forma parte de una estrategia más ambiciosa, como lo prueba la pretensión de anexar el campo de juego instalaciones comerciales y hoteleras. O sea, una operación urbanística en toda regla.

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Balaídos, varias veces reformado.

 

Todo indica, empezando por sus declaraciones, que el presidente y mayor accionista de la entidad que lleva el nombre de Vigo, después de recordar que fue el salvador del Club, platea una especia de chantaje moral: o se le transfiere el estadio o el Celta no tendrá futuro. Pero, ¿si usa el estadio como propio, cuál es el problema? Pues que la situación actual no permite la operación de fondo, ya sea disponer de una sociedad con un patrimonio del que ahora carece, bien sea para sacarle mayor rendimiento a través de un proyecto urbanístico y comercial, o bien para disponer de un paquete de bienes patrimonialoes que hagan atractivo hacerse con el Celta a potenciales compradores, sean capitalistas chinos o de otra parte, llegado el caso, insisto.

Tanto el alcalde Abel Caballero, como la oposición, del PP y los nacionalistas están de acuerdo en no considerar oferta alguna. El proyecto de compra es de sencilla y sospechosa ingeniería financiera: Se pretende la transferencia del estadio y abonarlo en un plazo de diez años, ofreciendo como garantía as acciones del Grupo Energético del Sureste (GES), el conglomerado empresarial de Mouriño. Pero la idea tiene varias fases: el objetivo final es acabar las obras de reforma del estadio y explotarlo comercial y urbanísticamente mediante una fundación o empresa del club. Pero las acciones están sujetas a las fluctuaciones del mercado, y el estadio es un bien tangible y sólido.

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Fundación Celta de Vigo.

 

¿De quién es el estadio? La duda es si realmente el objetivo final es ese o por el contrario, contar con los elementos patrimoniales que hagan más atractiva su transferencia a un grupo empresarial chino, por ahora desconocido, pero del que ya se habló de modo inconcreto, como primera salida para asegurar el futuro del Celta.

Una venta imposible

Además de insistir, cerca del alcalde Abel Caballero, en sus pretensiones de que la ciudad se desprenda a su favor de esta joya del patrimonio público, Mouriño recurre a una nueva estrategia emocional: llamar al celtismo para que se deje notar y apoye sus planes, y para ello ha comenzado congregando a los empleados de la entidad deportiva para plantearles que su futuro no tiene otra salida que la sociedad mercantil se haga con la propiedad del estadio. El 12 de diciembre es la fecha clave por estar convocada la junta general de accionistas en el auditorio Mar de Vigo para que sus planes se concreten o abandonen.

Frente a esa pretensión se alzan la corporación municipal de Vigo y la opinión pública. Abel Caballero no hace otra que repetir que la enajenación es imposible, ni tampoco reconvertir una parte del estadio en zona comercial. No existe elemento alguno en que apoyar la desafección de la finca del estadio ni su recalificación urbanística, y menos para beneficiar a la que no deja de ser una entidad mercantil que, aunque sea deportiva.

Los días venideros

Es evidente que en fechas venideras, Mouriño va a movilizar lo único con que puede contar: el celtismo, apelando a su sentido más primitivo y tribal (tan frecuente en los clubes de fútbol). Tanto en su información a los empleados, como en la prevista campaña de búsqueda de apoyo popular, el primer accionista juega con un elemento melodramático: o se apoyan sus planes o en futuro del Celta es más que incierto. Por eso, con un cómodo sistema de pago, para el presidente el porvenir no tiene otra salida que fabricarse un patrimonio sólido a cuenta del de la ciudad de Vigo. De este modo, el Celta, ahora concesionario del estadio, se podría codear con los clubes con estadio propio, que son muy pocos (Barcelona, Real Madrid, Atlético, Sevilla, Betis, Valencia, Espanyol y Éibar)

Las alternativas del presidente de la sociedad, aparte de este descabellado proyecto o la venta a los chinos (o ambos a la vez, como muchos sospechan) pasan por conseguir terrenos (se supone que municipales) para una ciudad deportiva, asunto que no aparece contemplado en el panorama urbanístico de Vigo.

Hay un antecedente, sin embargo, que puede invocar Mouriño: El Atlético de Madrid se mudará en junio de 2017, cuando concluyan las obras, al estadio de La Peineta. El club quiere tener en propiedad la parcela municipal sobre la que está levantando su estadio, y por el precio pactado con el Ayuntamiento (44,5 millones de euros). El Atlético recompró a Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) los derechos de superficie de la parcela del estadio Vicente Calderón, dentro de una operación urbanística con varias bandas. Un asunto complejo, diseñado en tiempos de Ruiz Gallardón, que Carmena parece haber asumido.

Historia del estadio

Balaídos se inauguró el 30 de diciembre de 1928, diseñado por arquitecto Jenaro de la Fuente, capaz de albergar a 22 000 espectadores, todos sentados y con localidades numeradas. Este estadio ha sido reformado casi de forma continuada desde el primer momento hasta nuestros días, siendo especialmente importantes las mejoras y ampliaciones de 1967, 1969 y 1971, con importantes inversiones de fondos públicos. El mantenimiento del estadio ha sido costoso, debido a los problemas de drenaje y las frecuentes inundaciones que padecía. En 1980, la ciudad realizó obras para prepararlo para Mundial de 1982. Del mismo modo, en 2004 se realizaron otras reformas para adaptar el estadio para la Liga de Campeones. A comienzos de la temporada 2012-13 se llevó a cabo la supresión de los fosos. Ahora mismo, se realiza en Balaídos la reforma integral de todas sus gradas gracias al convenio firmado entre el Celta, el ayuntamiento de Vigo y la Diputación de Pontevedra.

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El primitivo Balaídos.

 

Aparte del Estadio de Balaídos, el Celta dispone de otras instalaciones en el mismo estadio y del Complejo Deportivo de la Madroa en Candeán, y con otro campo propiedad del ayuntamiento, el estadio municipal de Barreiro, donde juegan sus partidos como local el Real Club Celta de Vigo B y el Gran Peña. O sea, que de estadios está bien.

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