El sistema ultradefensivo, estigmatizado por los aficionados más exigentes

El Chelsea se defendió en el Calderón / Imagen @i_NJR_YT
El Chelsea se defendió en el Calderón / Imagen @i_NJR_YT

Muchos futboleros minusvaloran y desacreditan filosofías de juego basadas en la sobriedad defensiva y el estricto sentido táctico, tan eficaces o más como cualquier otra alternativa de juego.

El sistema ultradefensivo, estigmatizado por los aficionados más exigentes

Es una pena que muchos aficionados al fútbol se fueran ayer a la cama con la percepción de haber visto un mal partido tras el Atlético de MadridChelsea de la ida de las semifinales de Champions League. Es decir, es una verdadera lástima que el grueso de los futboleros, o al menos la mayoría de los que hacen más ruido en las redes sociales, tengan el convencimiento de que un buen partido debe ser, por decreto, vistoso. Nada más lejos de la realidad...

A estos niveles competitivos, es un atrevimiento, cuanto menos, desacreditar a un conjunto como el inglés, que demostró una filosofía propia de las mesnadas más disciplinadas y combativas. A saber; sobriedad defensiva, intensidad y táctica, mucha táctica.

No seré yo quien defienda a Mourinho, su parafernalia mediática y su desmedido afán de protagonismo. Sí respeto, e incluso defiendo, el tipo de fútbol ('antifútbol' para los doctos en la materia) que plantea en los equipos a los que dirige. Un estilo de juego que, por cierto, no inventó el de Setúbal, pero que ha rediseñado y llevado a su terreno.

Dentro de unos años, por ejemplo, sólo en Galicia se acordarán de aquel Celta de Vigo esplendoroso de principios de la pasada década con los Mostovoi, Karpin, Gustavo López y Revivo, entre otros, que tan buenos momentos de fútbol nos hizo pasar. Un juego alegre y con corazón que no tenía nada que envidiar al de los grandes de Europa. El bagaje, sin embargo, un título menor como la Copa Intertoto conseguida en el año 2.000. En la misma época, un F.C. Oporto no especialmente ofensivo conseguía en 2.004 alzarse con la Champions League sin desplegar un juego atractivo y consiguiendo unos resultados un tanto raquíticos que, a excepción de la final, cuando se impuso por un holgado 3-0 al Mónaco, le sirvieron para levantar el máximo trofeo continental. Hablamos del mismo Oporto de Mourinho que eliminó al Deportivo de La Coruña en semifinales después de que los coruñeses se las prometieran muy felices tras la gesta conseguida en cuartos, cuando consiguieron remontar en Riazor el 4-1 en contra que traían del partido de ida frente al Milán.

Lo cierto es que no faltan casos de clubes que, con un fútbol más físico, táctico y trabado, han logrado grandes gestas. Equipos que, a pesar de no mostrar un fútbol de enciclopedia, merecen todo el respeto por lograr empequeñecer sus limitaciones y no caer en la trampa de tirarse al vacío para vender sus vergüenzas al mejor postor.

Con esto no abogo por un Chelsea candidato al título. De hecho, y tras el 0-0 del Calderón, sigo considerando al Atlético de Madrid firme candidato para estar en la final de Lisboa. Lo que sí hago es valorar el mérito de aquellos equipos, como el inglés, predican con la 'cara b' del fútbol, aquella que no es tan vistosa pero resulta igual de digna y, en muchas ocasiones, eficaz. Todo en favor de alcanzar la competitividad, cada cual con los medios a su alcance. En el caso de ayer, lo que algunos califican como "bochornoso" refiriéndose al partido del Chelsea, yo lo haría como "partidazo sin parangón a nivel defensivo", dejando sin opciones a un Atlético de Madrid que no supo o, más bien, no pudo dar con la clave para superar el inexpugnable muro inglés, intratable por alto.

Si el aficionado al fútbol sólo quiere un correcalles, oportunidades por ambos bandos y goles, muchos goles, quizás una Champions League a estas alturas de competición no sea el lugar idóneo. Puede probar, no obstante, en el patio de un colegio... Quizás allí, lejos de tácticas y de ese trabajo sucio que cuesta adivinar, tenga más éxito para satisfacer sus necesidades de espectacularidad futbolística.

 

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