El deporte europeo siempre ha ido de la mano de la tradición y la historia

Rugby. / cratcoruna.com
Rugby. / cratcoruna.com

Al conjugarse tradición y tecnología, son muchas las nuevas propuestas que pretenden hacer del rugby un deporte más justo si cabe gracias a la implantación de la tecnología.

El deporte europeo siempre ha ido de la mano de la tradición y la historia

El deporte, y más concretamente el deporte europeo, siempre ha ido de la mano de la tradición y la historia. Tanto es así que la mayoría de las disciplinas deportivas del viejo continente son difícilmente explicables si no son concebidas como un hecho cultural, un evento social que transciende las barreras de lo deportivo para convertirse en algo más. Quizás, pese a la proliferación absoluta del fútbol en cualquier campo social, no hay sin embargo un deporte que pueda explicar mejor que el rugby dicha unión entre deporte y tradición.

Desde su creación puede decirse que “oficial” a mediados del siglo XIX, el rugby ha mantenido como ningún otro deporte los elementos que lo caracterizaban desde un principio, haciendo siempre gala de ello y justificando el mítico dicho británico acerca de este deporte y su primo hermano el fútbol: “El fútbol es un deporte para caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros”. Características innatas del rugby como la ausencia de protestas a los colegiados o el conocido tercer tiempo, donde jugadores de ambos equipos, árbitros y aficionados se juntan para tomar unas cervezas tras el partido, son claros indicadores de esta marcada y noble personalidad del rugby. De hecho, en el Mundial celebrado el pasado mes de septiembre, el rugby volvió a dar muestras de su cara más tradicional cuando los jugadores de Gales invitaron a un tercer tiempo a los de Uruguay tras haberlos machacado en el campo. Los galeses, uno de los mejores equipos del mundo, se mostraron curiosos respecto al carácter amateur de los sudamericanos y, también, realmente sorprendidos de su nivel.

Sin embargo, a la vez que dejó relatos para la historia como este último, en el último Mundial de Inglaterra también mostró su cara más moderna con la implantación decisiva de mecanismos tecnológicos que ayudaron a resolver decisiones comprometidas a los equipos arbitrales. Y es que ya desde hace años, y pese a su carácter tradicional, el deporte del oval ha buscado la incorporación de los mejores avances tecnológicos que puedan ayudar al desarrollo de su deporte. Al revés que el fútbol, que hasta hace poco parecía enquistado en una especie de intransigencia respecto a cualquier avance que signifique aceptar la ayuda de tecnología, el rugby abrazó desde hace más de una década la ayuda no humana. Así, a día de hoy se pueden revisar jugadas en las cámaras si así lo reclaman los árbitros para comprobar su legalidad, tal y como se hace con el tenis o con el baloncesto.

Y, pese a que este no es un camino de rosas, tal y como demuestran las polémicas del pasado Mundial con ciertas decisiones arbitrales en relación con la tecnología, no parece que la dirección emprendida por el rugby vaya a dar macha atrás. A día de hoy ya son muchas las nuevas propuestas que pretenden hacer del rugby un deporte más justo si cabe gracias a la implantación de la tecnología. Veremos si siguen siendo tan hábiles como han sido hasta la fecha a la hora de conjugarlo con sus tradiciones.

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