Habitación 300: Mi recorrido kafkiano de la razón de vivir a la cuestión del amor

La belleza.
La belleza.

"Me he habituado a huir, pues, de todo amor que se acerca porque me tiembla el esqueleto, aunque tengo todos los huesos...". Nuevo relato de esta escritora.

Habitación 300: Mi recorrido kafkiano de la razón de vivir a la cuestión del amor

Como una mariposa, una débil mariposa que se te acerca sin tocarte y parece que no sabe a dónde va: así es el camino del corazón, ese que nace de una tempestad que se hace bochorno y luego perece más triste que una muerte, porque la muerte arrebata la flor a la vida, pero la ablación del clítoris te atrapa para siempre en manos de todo lo cruento por ocurrir como si aquel colorido placer entrase a los falos y a las pestes en la retina.

Me he habituado a huir, pues, de todo amor que se acerca porque me tiembla el esqueleto, aunque tengo todos los huesos.

Es un crimen en África, allá donde las chicas bailan desnudas, juegan con las ramas, contraen matrimonio en la infancia y no hay madres sino muchas niñas. Pero no data eso de aquí, cuando damos besos a pares y embriaguez a las tristezas. En el norte merecemos los excesos que nos concedió la guerra, para que no haya guerras.

Hay más muertos que vivos… El suelo podría hundírseme al primer paso atrás si elijo sexo, ¿es el sexo el primer paso?

Quizá haya dos tipos de persona, dos sexos: la virginidad y el amor, porque creo que, siendo virgen, era mi vuelo una cabriola de belleza, y, al hacérseme la ablación, no llegué a ser mujer sino mariposa, y nunca llegaré a amar sin clítoris, sin el néctar que da vida al amor.

¿Entonces qué me pasa? Se asoma el sol en las tempestades y brota un odio de mí que sienta como pisar hierba mala, porque me da calor arrogante, me hace ver a mi alrededor… Todo lo que no se quiebra pero duele, como si mis ojos fueran mutilando la realidad, esa percepción que pende de vacíos que se llenan, vacíos que son penetrados, mujeres y hombres y amor libre, libre, amor que acaricia como el viento…

Quise decirlo con delicadeza, pero he dicho sexo cuando hablaba del aire que lleva a la mariposa tras la nube húmeda y tenue…


 

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