Habitación 300: La manzana era amarga como puede ser mi sangre también

Maizal en la noche.
Maizal en la noche.

De pequeña, el tío me enseñó las constelaciones y la estrella Polar, y siempre supe encontrarlas en la noche. Aquello es lo que únicamente recordaría de él.

Habitación 300: La manzana era amarga como puede ser mi sangre también

De pequeña, el tío me enseñó las constelaciones y la estrella Polar, y siempre supe encontrarlas en la noche. Aquello es lo que únicamente recordaría de él.

Me pasé la vida mirando al cielo de la mañana a la noche, despistada.

Pero yo sabía que ésta costumbre es eterna y poderosa, los astros allá arriba, ordenados con magia y matemáticas. Siempre estarían allá, en cada momento yo puedo alzar la cabeza, elevar la mirada, y entrar en razón.

Hace unos días cayeron las estrellas fugaces… Debía de estar despistada, no cacé ninguna, no pedí ningún deseo aunque llevo los deseos atados en la garganta…

Y, al tiempo, la fiesta en la ciudad, la música retumbando, así que no pude dormir.

Pero salí al jardín a las tantas y pasé el rato mordisqueando una manzana, ¡hacía mucho que no comía fruta!

Estuve allí fuera mirando, mirando la Osa Mayor de siempre, la que él me había dicho… Con el regusto amargo de mi manzana.

Es increíble lo que se nos queda en el recuerdo después de todo, será una noche que recordaré. Porque, pasados los años, a lo lejos está el firmamento, cada uno a su vida, y, sí, está bien saber que los astros siguen ardiendo con furia, allá, allá a lo lejos…

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