Habitación 300: Antiguas tretas del hombre que conviven con la modernidad

Desastre de Nueva York.
Desastre de Nueva York.

¿Te cuento el cuento de la buena pipa? ¡Sí! Yo no te he dicho que sí, yo te preguntaba si querías que te contase el cuento de la buena pipa...

Habitación 300: Antiguas tretas del hombre que conviven con la modernidad

¿Te quieres tirar de un puente? ¿Por qué te quieres tirar de un puente? ¡Todos te verán caer! Aquí nadie se tira de un puente, no nos tiramos del puente. ¿Eres capaz de tirarte? ¡Vaya! ¡No sabía que se podía caer de un puente!

Diles a todos lo del puente, todos se van a enterar de lo del puente. Así que… Piensa realmente en los puentes, piensa si realmente prefieres el puente. Todos hemos pasado por él, ¿no sabías que siempre los ha habido? El puente estaba antes que tú.

¿Te vas a tirar de un puente? ¿O no te vas a tirar de un puente? Tienes que saber si quieres, tienes que saber lo que quieres.

Todos los hemos visto, todos ven el puente. Hay puentes en todas partes, y no dudes que todos sabemos para qué son los puentes.

No te tires del puente, tontorrona. No te tires del puente, pelma. ¡Qué pelma! ¡Ah, sí, es verdad! ¡Se iba a tirar de un puente! Pero no lo hizo. Dicen que pasaba por el puente, había gente que pasaba siempre.

¿Y qué? ¿Y qué si te gusta estar allí? El puente es para todos. ¿Descubriste muertos en el fondo del río? ¿Soñaste ya tantas veces con caer que te hundes a cada paso? ¿Sueñas con el río en tus brazos?

¿Quieres tirarte, amor? Tirémonos un momento, quizá nos deslicemos─ dirás cuando penda del puente con mis brazos.

Sí, señor, yo he descubierto que la corriente me lleva como siempre me llevó la corriente. Que, siempre dejándome llevar, me sumergí en el lodo y emergí agonizante, y sé que la altura puede ser honda, basta la altura de una viga para morir. Basta echar un vistazo para morir, la mera confirmación visual de que haya un río, que el río fluya y tú estés quieta, porque él apaga todo el fuego y remueve tierras, se agita al viento con un carácter sensible como la naturaleza.

Todos miran el río o creen ver un río, yo veo un paso ligero a la disgregación de la unidad de un alma petrificada… Quizá, al final, cuando me arroje al destino de mis deseos, me convierta en piedra, o caiga con el peso de una piedra.

Nadie sabe cuánto más aguantará el puente. Es perfecto. Lo hizo el hombre; el río es obra de Dios, pero el puente ha sido obra del hombre.


 

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