El fracaso de la Lingüística en la Educación de Secundaria y Bachillerato

Fracaso educativo./ http://zdrowie.dziennik.pl
Fracaso educativo./ http://zdrowie.dziennik.pl

Lo que iba a ser un nuevo enfoque en la enseñanza se ha quedado, después de dos décadas, en un mero artificio teórico que desespera a alumnos y a profesores.

El fracaso de la Lingüística en la Educación de Secundaria y Bachillerato

No me imagino a Umberto Eco o a Saussure escribiendo sobre el funcionamiento de los signos con la intención de que sus teorías se convirtiesen en materia para los libros de texto de Secundaria y Bachillerato.

Sin embargo, siento decirlo, pero ha sido así. Después de quince años como docente en Secundaria y en Bachillerato me encuentro con un currículo en el que los contenidos teóricos, a propósito de la Pragmática y la Lingüística Textual, siguen formando parte del estudio de la Lengua y la Literatura; contenidos que los alumnos maldicen y con razón.

Cuando estudié en profundidad a muchos teóricos de la comunicación, pensé en las múltiples posibilidades pedagógicas que, desde la publicidad, el vídeo-clip o el cine, tendrían aquellas indagaciones en el fenómeno del lenguaje.

Pero la mayor parte de los docentes se ha limitado a reproducir en sus clases de Secundaria los apuntes de sus cursos de Filología. Lo mismo han hecho los autores de los libros de texto. No hay nada de adaptación práctica de aquellos contenidos metalingüísticos a la enseñanza de la lengua, así que, después de otros tantos años, corrigiendo exámenes de la Prueba de Acceso a la Universidad, descubro brillantes ejercicios sobre la definición de la modalización y la hiperonimia, pero también pésimos ejercicios de redacción y de valoración personal sobre asuntos sociales o políticos.

¿Por qué sucede esto? Citaré algunas causas.

a) La cientificidad sigue formando parte del temario de muchos contenidos disciplinarios de materias universitarias.

b) La reproducción memorística de tales conceptos sin apenas aplicaciones prácticas sigue dominando todos los niveles de la enseñanza desde Primaria hasta que un muchacho comienza a estudiar su Grado.

c) La pereza a cambiar los fundamentos teóricos del aprendizaje de las lenguas es más que significativa en este país: el peso de la tradición y su inercia proporcionan seguridad y comodidad en el docente a todos los niveles; un lastre, sin duda, para la innovación pedagógica dentro del funcionariado.

d) Los intentos por dar un enfoque pragmático a la asignatura de Lengua se cuentan con los dedos de la mano y, en muchas ocasiones, no tienen prolongación en el tiempo, sobre todo cuando el alumno va  a ser evaluado por conceptos teóricos en pruebas de acceso a la Universidad o en sus propios centros.

e) La realidad diaria en el aula no tiene nada que ver con los postulados teóricos de muchas tesis de Magisterio o de Filología. No basta con estudios parciales y esporádicos. La mejora de los enfoques necesita años y diferentes campos de actuación dentro de los colegios y los institutos, y, por lo general, esos objetivos distan mucho del área de influencia de las universidades.

A veces creo que Barthes tiene que estar revolviéndose en su tumba cuando sepa que sus investigaciones se quedaron en un mero compendio de conceptos y teorías que los alumnos digieren como pueden y vomitan sin ir más allá de lo que le piden los temarios a sus profesores, que no es otra cosa que teoría y más teoría. Sí, la Lingüística Textual como disciplina se ha convertido en una clase de catecismo que, salvo excepciones, nadie se atreve a desentrañar para comprobar que el lenguaje es tan versátil como manipulador.

Lo peor de todo; que algunos profesores se creen la película, que se creen que, detrás de los conceptos de modalización, sufijación apreciativa e isotopía, el hablante mejora su competencia comunicativa ... los cojones. Ay, perdón.

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