Ferrer-Dalmau pinta a Pita da Veiga, el héroe gallego de la Batalla de Pavía

Pita de Veiga en Pavía. / Ferrer-Dalmau
Pita de Veiga en Pavía. / Ferrer-Dalmau

Pita da Veiga, el héroe gallego de Pavía, captor de Francisco I de Francia, vuelve a la palestra a través de un lienzo del artista Augusto Ferrer-Dalmau.​

Ferrer-Dalmau pinta a Pita da Veiga, el héroe gallego de la Batalla de Pavía

El Día de las Fuerzas Armadas se desvelaba  con expectación el personaje gallego al que Augusto Ferrer-Dalmau ha dedicado su último lienzo: Alonso Pita da Veiga, el héroe de la Batalla de Pavía, una primicia que anunciamos en MUNDIARIO. Por su parte, ABC publicó un extensísimo artículo con decenas de miles de visitas, que pronto se convirtió en el más leído de la publicación, en el que se desarrollaban a fondo las características artísticas de una obra singular. Esa misma noche, el veterano Informe Semanal dedicaba un programa al ya consagrado como "Pintor de Batallas" en el que intervenía Arturo Pérez Reverte y el almirante jefe de Estado Mayor de la Armada, López Calderón.  Pudo verse al propio Ferrer Dalmau en pleno proceso creativo del cuadro de Alonso Pita da Veiga. Según el narrador, de una forma metafórica, el caballero Alonso volvía adquirir vida  incorporándose  al ejército imaginario de héroes  del artista, que dado el impacto mediático de sus lienzos, está consiguiendo perpetuar para la posteridad.

En este caso el rigor histórico ha venido avalado por los colaboradores del artista catalán: el historiador David Nievas y el documentalista Luis Sorando. Un episodio de raigambre internacional, que se sigue conmemorando en Pavía, ciudad donde hay un Museo específico de  la Battaglia, y cuyo director, Marco Galandra,  en todo momento se puso a disposición del artista. También expresó el interés de los medios italianos por la representación del nuevo cuadro, ya el segundo que pinta el artista sobre el tema. 

Dos lienzos de la batalla de 1525

Presentada con relativa cercanía su épica y dinámica obra Pavía sobre la Batalla del mismo nombre, en esta nueva visión el artista se decanta por el carácter crepuscular y el romanticismo como el hilo conductor del relato. Por ello, frente a la multitud del anterior, elige como protagonista a uno de sus héroes españoles, el gallego Alonso Pita da Veiga, que tuvo un papel crucial, no sólo por lanzarse en misión suicida por el estandarte de Borgoña apresado por los franceses, sino por haber capturado y hecho prisionero al rey de Francia Francisco I, junto al vasco Urbieta y el granadino Dávila. Captura que durante siglos fue muy mal aceptada por la nación vecina, incluso negada.

La tumba de Urbieta fue profanada y el propio Napoléon exigió tres siglos después, a Carlos IV la devolución de la espada incautada entonces al rey francés.

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Pavía.

¿Un tercer cuadro de Pavía? 

Dado el gran éxito del cuadro y su repercusión, ya se está pidiendo al pintor que aporte otro capítulo más al tema y en un futuro aborde el hecho del Prendimiento de Francisco I, un hecho especialmente sensible y bochornoso para los franceses. La representación de ese Prendimiento sería un acto que hoy denominaríamos de cohesión española en unos días convulsos. Un pintor catalán  que pinta a tres españoles: el granadino Dávila, el vasco Urbieta y el gallego Alonso Pita da Veiga. Paradójicamente, Urbieta es recordado con fricción en  el País Vasco -atribuyéndole el mérito único de la captura- mientras que Andalucía y Galicia han olvidado a sus héroes  El cuadro del Prendimiento tendría dimensión internacional, dadas sus vinculaciones europeístas ya que  participaron las principales familias  dirigentes de su tiempo. Por su importancia simbólica debería colgar del Palacio Real de Madrid.

Análisis estilístico de Pita da Veiga en Pavía

Ferrer Dalmau opta por presentar a Alonso Pita da Veiga in situ en el campo de batalla tras la contienda, acompañado de dos figuras. Un lansquenete alemán y un portaestandarte con la bandera de Borgoña, otro gallego: un  Lago de Ferrolterra unido por lazos familiares con Alonso.

Dalmau elige una puesta en escena de gran horizontalidad articulada en tres planos que se superponen sin solución de continuidad y que configuran el trinomio cielo- hombres- tierra que impregna a sus lienzos de una mística huella existencial.

Para el primer término, el catalán no desdeña cierto hiperrealismo como enganche y conexión del espectador con la escena, exhibiendo su hábil dominio del paisaje con sus magníficas calidades en el tratamiento matérico de texturas y superficies, en este caso, la tierra casi escarchada por las bajas temperaturas y que comienza a deshelarse formando el barro. Las diagonales huellas de un carro contribuyen a conducir, más si cabe, al espectador a la desolación del campo de batalla.

El segundo plano está articulado por tres escenas. De derecha a izquierda un grupo de soldados muertos, con yelmos, espadas y armaduras por el suelo, cual vanitas barroca y sus postrimerías sobre la fugacidad de la vida.  Sobre los cuerpos abandonados, un grupo de cuervos, difuminados por la bruma en suspensión y la niebla, casi coreográficamente acuden a los cadáveres, metáfora de la carroña humana. Asistimos, tal vez, a la más dramática escena que jamás haya pintado Ferrer Dalmau.

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Ferrer-Dalmau. / RTVE

Alonso Pita da Veiga, el héroe olvidado

El grupo principal lo protagoniza el gallego Alonso Pita da Veiga con un gran mostacho, baja estatura y envergadura robusta, fisonomía  que define a una saga con más de quinientos años de servicios ininterrumpidos en la Armada de España. Dalmau ejemplifica en este héroe, Señor de Vilacornelle, el valor y el coraje de nobles hoy olvidados, en una de las batallas más importantes de la Era Moderna, en este caso un Hombre de Armas del Finisterrae peninsular .

Pita podría haber muerto y ser uno más de esos cadáveres que pueblan el campo de batalla, pero no lo fue. En la contienda, mataron su caballo y el escudero, que le acompañaba le prestó el suyo. Permanece en el campo de Pavía, apurando hasta el último momento su emoción por la victoria,

Pese a la desolación del ambiente, el pintor no reflexiona sobre la violencia, sino sobre el sino de la Historia y el guerrero, que decidirá con su gesta su destino. El Emperador Carlos le concederá el Privilegio de Armas por la captura del Rey de Francia que será conservado en su familia durante siglos junto a la Real Cédula de Francisco I que agradece haberle salvado la vida.

El portaestandarte, un Lago de Ferrolterra a caballo, porta la bandera recuperada por Alonso y que el Emperador Carlos incorporará al escudo de Pita como Hombre de Armas para la posteridad. El artista centra la fuerza en la Cruz de San Andrés, que a partir de Pavía se convertirá en santo y seña hispánica. La Bandera se convierte en el punto más elevado de la composición, no sólo desde el punto de vista espacial, y cromático, sino también sentimental, emocional y patriótico y trasciende la propia Pavía para convertirse en emblema de España y su pasado histórico.

El tercer elemento del plano central lo conforma la identificación topográfica, en este caso las murallas de Pavía recortadas románticamente en el horizonte que sitúan  al grupo de figuras en el lugar donde todo sucedió. En Italia han valorado  positivamente este cuadro por esta representación, ya que el cuadro anterior no tenía ninguna referencia geográfica. Hoy casi medio milenio después, en la ciudad de Pavía sigue ominipresente La Bataglia.

En el plano superior encontramos esos grandes cielos y lejanías, que suelen, acompañar las gestas de sus héroes. Gamas cromáticas grises y liláceas que se difuminan con la niebla y van enrojeciendo a medida que se acercan al campo de batalla, lo que confiere a la escena ese carácter crepuscular y hasta un tanto apocalíptico. El virtuosismo técnico en la captación ambiental de elementos atmosféricos vuelve a deslumbrar.

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Pavía.

Sin alardes de multitudes, pero profundamente Dalmau

Un lienzo muy personal y singular, sin alardes de multitudes, pero profundamente Dalmau. Al pintar a Pita da Veiga en Pavía, junto a la ejecución de un lienzo excepcional, presenta el valor añadido de poner en valor un hecho histórico que el correr de los tiempos y el devenir de los sistemas de enseñanza habían sepultado en el olvido y  que gracias a esta obra será una de las referencias iconográficas  en todos los libros de Historia. Galicia habrá recuperado a su héroe.

Y es que habría que profundizar en los motivos por los que los lienzos de Augusto Ferrer-Dalmau despiertan esta expectación. Algo completamente atípico en una sociedad a la que le estaban enseñando a olvidar su Historia, obras que  están sobredimensionando su meritorio valor artístico, para adquirir un valor trascendente y convertirse en imágenes eternas del pasado heroico de nuestro país. Tal vez todo no esté perdido.

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