130 años del nacimiento del escultor Victorio Macho

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Victorio Macho

Victorio Macho nació con el don de la capacidad espacial que distingue a los grandes escultores. Le tocó vivir los años duros del exilio en Perú, hasta su regreso a Toledo donde se encuentra su museo en Roca Tarpeya.

130 años del nacimiento del escultor Victorio Macho

El próximo 23 de diciembre del actual se cumplirán los 130 años del nacimiento del gran escultor palentino Victorio Macho (apodado el Selvático) y no me consta que se le vaya a dedicar algún homenaje en Palencia su ciudad de nacimiento, lo que sí he podido leer en la Prensa es que el año pasado 2016 se le honró con una escultura en la calle Mayor de Palencia realizada por su discípulo Luis Alonso, forjado en bronce de 2 metros y que representa a Victorio Macho esculpiendo el tallaje del busto del Cristo llamado del Otero, su obra cumbre. El nombre del monumento de 22 metros de alto se llama Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, construido en 1930, situado sobre un otero a las afueras de Palencia, que actualmente sirve de cenotafio de los restos mortales de Victorio. Aunque también pienso que le corresponde a Toledo hacerle un homenaje de nacimiento, puesto desde 1953 se encuentra en un escarpado el Tajo, Roca Tarpeya, el museo que lleva su nombre.

Los desbastadores que eliminación las grandes masas del mármol, los punteros, los cinceles, gubias, cincel dental, taladros y trépanos del gran maestro están en silencio de golpes, de trabajo y de arte. Victorio Macho murió de una silicosis diagnosticada en 1952, esta enfermedad es propia de los mineros por inhalación de polvo de sílice. Una enfermedad irreversible. Seguramente trabajaba el mármol blanco de Carrara y la piedra, sin mascarilla de protección, un oficio semejante al picapedrero que tras largos años dándole al cincel puede afectar gravemente a las vías respiratorias. Murió en Toledo, la cuidad el Tajo, del Alcázar y del Greco el 13 de julio de 1966. Había llegado en 1952, procedente de la ciudad de Lima en Perú, donde se había casado en segundas nupcias con Zoila Barrós Conti, una ilustre limeña que fue la custodia de la obra de Victorio en el museo Roca Tarpeya, de Toledo. En abril de 1985, el alcalde de Toledo había interpuesto demanda judicial contra la Caja de Ahorros y el Ayuntamiento de Palencia porque se llevaron 20 escultura y 16 dibujos y tardaron un año y medio en devolverlas.

Es curioso saber que la primera mujer de Victorio Macho era María Soledad Martínez Romarate, por lo tanto era cuñado de la poetisa Pilar de Valderrama (1889-1979), la Guiomar de Antonio Machado (un amor platónico epistolar que se mantuvo en secreto desde 1928 hasta 1950), es Pilar autora de Sí, soy Guiomar, en marzo de 1928. El hermano de María Soledad era Rafael Martínez Romarate, ingeniero que después de la guerra dirigió la luminotecnia del teatro María Guerrero de Madrid. Un marido que una vez reconoció que fue infiel a Pilar. Enviudó Victorio en febrero de 1934.

Pilar de Valderrama (Guiomar) fue una mujer culta, miembro del Lyceum Club, donde se reunía la flor y nata de la intelectualidad femenina del primer cuarto del siglo XX. Formó tertulias con Concha Espina, María de Maeztu, Zenobia Camprubi, esposa de Juan Ramón Jiménez (casados en Nueva York el 2 de marzo de 1916).

Como Victorio era republicano, en noviembre de 1936 (académico de las Bellas Artes de San Frenando) hubo de trasladarse a Valencia con el gobierno de la II República, desde la ciudad del Turia se trasladó a Barcelona para salir de España hacia París donde permanecería hasta la invasión nazi de París, en 1941, que le obligó a salir hacia Sudamérica.

Nació Victorio en 1887, era hijo de un ebanista de familia humilde. Sus padres deciden matricularle en la escuela de Bellas Artes y Oficios de Santander donde aprendió a esculpir. En 1903, con dieciséis años y una pensión de la Diputación de Palencia, se traslada a Madrid continuando sus estudios en la Academia de bellas Artes de san Fernando. Macho fue un asiduo tertuliano de café. Frecuentó los más notables, y en ellos entabló amistad con los grandes de la Generación del 98, especialmente con Ramón del Valle-Inclán, a quien esculpió en tres ocasiones, pero él siempre se mostró profundo admirador de la obra de Benito Pérez Galdós. Sus obras son figuras escultóricas de gran importancia en la escultura monumental como los dedicados Unamuno, a su madre, a Santiago Ramón y Cajal, o a Simón Bolívar…

Desde mi punto de vista, junto a Juan de Ávalos, son los dos escultores españoles más destacados de siglo XX. @mundiario

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