Procrastinar o por qué algo realmente tan excitante tiene un nombre tan feo

Don Draper - Mad Men. / diariodocentrodomundo.com
Don Draper - Mad Men. / diariodocentrodomundo.com

Procrastinas y lo sabes. Reconócelo, con frecuencia aplazas tareas que no te apetecen y las dejas en tu lista mental de “asuntos pendientes” apurando los plazos hasta el final.

Procrastinar o por qué algo realmente tan excitante tiene un nombre tan feo

¿Cuántas veces has entregado un trabajo en la fecha límite? ¿En cuántas ocasiones has retrasado esa llamada o reunión de trabajo incómoda? ¿Cuándo fue la última vez que preparaste la maleta un día antes del viaje? ¿Le has dicho a alguien últimamente “mañana lo veo” o “mañana lo vemos”. (*Mañana: 1. Dícese del día que no es hoy. 2. Tierra mística donde se almacena el 99 % de toda la productividad humana, la motivación y el rendimiento). 

Llegados a este punto quizá ya te hayas sentido identificado o identificada. ¿Todavía no? Qué me dices de esta imagen… ¿Te resulta familiar?

El ciclo de la procrastinación./ metodosilvadevida.com

¿Ahora sí? ¿Procrastinas?

De qué estamos hablando

Su significado literal es la postergación o posposición. La acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras más irrelevantes o agradables.

Que la palabra sea fea o difícil de pronunciar no tiene nada que ver con sus connotaciones negativas, es una cuestión estrictamente etimológica. Se ve que esto ya lo hacían los romanos.

Ahora puede que la curiosidad, el sentimiento de culpa, el propósito de enmienda y voluntad de redención, te lleven a preguntarte porqué lo haces una y otra vez. Puedes pensar “si ya me lo decía mi padre, y aquella profesora lo repetía una y otra vez como un disco rayado: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.

Hay diferentes teorías sobre las causas que nos llevan a tener este comportamiento. La mayoría apuntan a un intento de evasión de algo que nos produce estrés o ansiedad. Una tendencia a evitar algo que nos incomoda, genera inseguridad, inquieta, da miedo o incluso que nos puede resultar tedioso o aburrido. A veces simplemente se retrasa porque no vemos el beneficio o recompensa más allá de cumplir con el compromiso.

Lo cierto es que este comportamiento puede llegar a ser adictivo o convertirse en un hábito.

Tipos de procrastinador

> Puede ser un procrastinador eventual. Esa persona que espera a la fecha limite para entregar un trabajo o pagar sus impuestos. Lo hace en eventos o compromisos puntuales.

> Puede ser un procrastinador crónico. Lo practica de manera habitual. Esto puede llegar a ser un problema ya que la persona cae en un círculo vicioso: retrasa el trabajo; este se acumula; se genera ansiedad, sentimiento de ineficacia, bloqueo, pérdida del tiempo y más estrés porque se echa el tiempo encima. Sabe que el resultado ya no será el deseado. Y continúa así en una nociva espiral a la que solo pone fin la temida fecha límite, el plazo de entrega. Ser un procrastinador crónico no parece muy recomendable para sentirnos satisfechos con nuestro trabajo y nuestra vida en general. Mucho menos para alcanzar anhelados objetivos vitales como son el bienestar y la felicidad.

> Cabe un tercer tipo, el procrastinador vocacional. Este no lo experimenta de una forma tan negativa. Al contrario, busca la adrenalina que se libera con el estrés; se pone a prueba a sí mismo; busca su límite; confía en sus capacidades. Puede ser de los que dicen que no le gusta trabajar bajo presión; que no le gustan las normas y en realidad por eso juega con ellas dentro de sus posibilidades. Pero curiosamente es bajo presión cuando suelen acabar resolviendo más brillantemente sus quehaceres. Este perfil podría encajar con personas que llevan a cabo trabajos o actividades de tipo más creativo.

En esta línea, John Maeda, un brillante ingeniero del  MIT afirma  “…procrastinar es un factor primordial en el proceso creativo, porque cuando el coste de la procrastinación se incrementa, lo hace también la probabilidad de aparición de pensamientos radicalmente nuevos.”

Sea cual sea tu perfil, la buena noticia es que ¡la procrastinación tiene solución! Si quieres cambiar estos comportamientos que dinamitan tu equilibrio y bienestar, que hacen que tengas esa sensación de desasosiego, aquí te dejo unas ideas que te pueden ayudar.

Consejos prácticos

1.- Formula en positivo. Piensa en términos de ganancia, dirige y concentra tus pensamientos a los resultados, a lo que vas a ganar resolviendo esa tarea cuanto antes.

2.- Ten tu espacio de trabajo. Un lugar dedicado a ese tipo de tareas, a trabajar, a crear, a pensar. Un espacio tuyo, que te guste, ordenado, limpio, con una luz y temperaturas adecuadas; que te invite a la concentración y no lo asocies con otro tipo de tareas.

3.- Reserva tiempo en tu agenda. Coge tu agenda, analiza tus posibilidades, sé realista y comprométete por escrito. Sé generoso contigo y el tiempo que le vas a dedicar para hacerlo bien, para hacerlo a tu gusto. Luego podrás darte el gustazo de tacharla de tu agenda una vez finalizada.

4.- Comprométete en público. Una vez te hayas comprometido contigo, házselo saber a alguien más; alguien a quien tengas que rendir cuentas o alguien que sepas que te animará y felicitará. Puede resultar ser un aliado que te ayude a avanzar si estás bloqueado.

5.- Elimina las distracciones. Ese tiempo te lo has reservado para algo concreto, te has comprometido, saldrás ganando, así que cierra el Facebook, Twitter, correo electrónico y todo aquello que te distrae. Pide a otros, si es necesario, que no te distraigan. Lo comprenderán.

6.- Desarrolla tus propias técnicas de concentración. Puede ayudar establecer una rutina, una puesta escena; una taza de té u otra bebida; una canción relajante o estimulante; un aroma. Invéntate tus propios trucos. Luego podrás usarlos en otros contextos para ayudar a inducirte ese mismo estado.

7.- ¡Ponte a ello y date un premio! Una palmadita en la espalda a ti mismo; un guiño ante el espejo; un mantra “eres bueno”, “eres buena”. ¡Quiérete! También puedes compartirlo con quien sabes que se alegrará contigo.

Si estos no son suficientes, ¡te aseguro que hay muchos más! También te los puedes inventar, crear a medida, lo importante es que te funcionen.

Si para ti procrastinar no supone un problema, si perteneces al Club Oficial de Procrastinadores o aunque creas que “si procrastinar fuese tan malo, no le habrían puesto el pro delante”, también puedes probarlos. Con un poco de ayuda todo es más fácil, ya lo decían los Beattles y quién sabe… ¡A lo mejor te gusta el resultado!

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