Privilegios y exenciones por ser primo del Rey: el fuero privado del duque de Calabria

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Ser primo del Rey tiene sus privilegios procesales.

Cuando tras la quiebra fraudulenta de Viajes Marsans fue llamado a declarar, habida cuenta de sus responsabilidades como consejero, ni se presentó ante el juez ni se comprobó su alegada enfermedad.

Privilegios y exenciones por ser primo del Rey: el fuero privado del duque de Calabria

Este caballero que se fue envuelto en la bandera estaba por encima de lo que esa enseña representa: el Estado de Derecho. Cuando tras la quiebra fraudulenta de Viajes Marsans fue llamado a declarar, habida cuenta de sus responsabilidades como consejero, ni se presentó ante el juez ni se comprobó su alegada enfermedad. En su lugar se presentó su yerno, amigo íntimo de Felipe VI y no pasó nada ni se tomaron medidas contra su patrimonio.

Hay episodios en la vida cotidiana que encienden a fuego lento la cólera colectiva de las gentes sencillas y, lo que es peor, el uso y abuso que algunos hacen de determinados símbolos que deberían ser de todos, hace que los sintamos ajenos cuando no odiosos. Y me refiero nada menos que a la propia bandera nacional. Cuando comparas la propia vida o el comportamiento como ciudadanos de sujetos que se envuelven o son envueltos en ella, es lógico que muchos piensen que tal bandera no tiene que ver con uno mismo.

Tal ocurre con el reciente funeral del duque de Calabria y de la serie de honores que recibió al ser enterrado en el pabellón de infantes del Monasterio de El Escorial. Si bien es cierto que fue un personaje discreto en gran medida, ocultaba en realidad un enorme patrimonio, forjado a la sombra de su privilegiada relación con su primo Juan Carlos.

Este personaje era el ciudadano español que pertenecía a más consejos de administración del país, en esos consejos donde cobras por figurar y no hacer nada. Entre los consejos donde se sentaba destacan Petróleos SAU, la inmobiliaria Urbys, la financiera Diana capital, el holding alemán Thyssekrupp, la compañía estatal Iberpistas o, sobre todo, Viajes Marsans.

Y aquí se residencia el asunto. Este caballero que se fue envuelto en la bandera, estaba, por lo visto, por encima de lo que esa enseña representa: el Estado de Derecho. Cuando tras la quiebra fraudulenta de Viajes Marsans, que dejó en la calle a cientos de trabajadores y un enorme agujero inmenso, fue llamado a declarar, habida cuenta de sus responsabilidades.

Pero, el primo del Rey estaba por encima de eso. NI fue ni el juez hizo que lo condujeran a su presencia. Se presentó su yerno, Pedro López Quesada, miembro del círculo de amistades más íntimo de Felipe VI. Con todo descaro, manifestó que su suegro padecía una enfermedad degenerativa neuronal, detectada años atrás, que le provocaba lagunas en la memoria y en el habla. ¿Se le hizo ser revisado por un forense para que certificara su estado, como se habría hecho con cualquier otro ciudadano? No consta.

Pero al evitar responder y asumir sus responsabilidades, se logró parar la posibilidad de que se desprendieran las consecuencias normales en este caso, la intervención de su patrimonio. El enfermo sanó milagrosamente, y cuando poco después de recurrir a esta argucia para no comparecer ante el juez, se le vio lozano y sin síntoma alguno de tal degeneración, cuando en enero de 2012 apareció públicamente en el acto de imposición del Toisón de Oro al entonces presidente de Francia, Nicolás Sarkozy.  No fue hasta el otoño de ese año en que sufrió un ictus, que lo apartó de la vida social y de su actividad como consejero.

Lo cierto es que cuando había sido llamado ante el juez meses simplemente no compareció. No deja de ser una curiosa paradoja la parafernalia con que ha sido despedido, envuelto en la bandera de España, con honras militares y armas a la funerala este infante de España que estaba por encima de la Ley, por lo visto.

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Funeral con la bandera como protagonista.

 

Y por si todo esto fuera poco, no deja de ser curioso el poco respeto que esta gente tiene a sus propias reglas. La validez de títulos nobiliarios en España está sujeta a un pautado procedimiento que, aparte de la concesión por el Rey, debe publicarse en el Boletín Oficial del Estado.

Salvo para las revistas del papel couché, el resto de los títulos que circulan por ahí, desde al amiga del rey, la falsa princesa alemana al llamado Conde Lecquio, no dejan de ser noblezas virtuales. El duque de Calabria, como jefe de una inexistente Casa Real y monarquía, llegó a dispensar a su nieto Jaime el título de duque de Capua.

Esta extravagancia formaba parte de la irreal corte de quien siendo infante de España pretendía ser Rey a un inexistente trono en el extranjero, con la inevitable chirigota de los sicilianos. No era para menos.

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