Francisco, al rescate de su Iglesia ante el avance de otras opciones religiosas

Papa Francisco.
Papa Francisco.

El Papa recupera la esencia de la Teología de la Liberación, como apuntó en su anterior visita a Brasil donde  mostró indicios de un sesgo pontifical renovado.

Francisco, al rescate de su Iglesia ante el avance de otras opciones religiosas

El Papa recupera la esencia de la Teología de la Liberación, como apuntó en su anterior visita a Brasil donde  mostró indicios de un sesgo pontifical renovado.

 

La visita del Papa a Ecuador, Bolivia y Paraguay entre el 6 y el 12 de julio, para "reavivar la fe" de los católicos, adquiere un especial relieve porque supone apoyar a una Iglesia latinoamericana, lastrada por las restricciones doctrinales de papados anteriores. Parece llegado el momento de recuperar la esencia de la Teología de la Liberación, resucitada,  cual Ave Fénix, por un Papa que ya en su visita a Brasil  mostró indicios de un sesgo pontifical totalmente renovado.

Para situar a este Papa reformador, humanista y ecologista, que se inspiró en Francisco de Asís para escoger su nombre, vemos como a sólo dos años de su llegada al Vaticano ha conseguido concentrar en su figura -y sobre todo en sus hechos- una extraordinaria atención. A nadie deja indiferente. Acabamos de conocer su Encíclica Laudato si’, sobre la cual el articulista español Ramón Rouco decía en El Digital de Tenerife que “pone de relieve el rotundo cambio que ha supuesto que el cardenal Bergoglio sea el Pedro del siglo XXI. Los sectores más conservadores están muy preocupados por el contenido netamente ecologista de la mencionada encíclica. No existe vuelo papal sin declaraciones rompedoras, llenos de un sentido crítico  y ético, impropio de la anquilosada Iglesia Católica”.

Un Papa del Nuevo Mundo empeñado en crear un Mundo Nuevo

Este viaje se produce en un momento de caliente actualidad para la figura de Jorge Bergoglio, el cardenal argentino que llegó al papado para colocar a la Iglesia en el siglo XXI. Algunos medios le llaman el Papa del nuevo mundo, reflejando certeramente su procedencia aunque, probablemente,  lo que en realidad pretenda y ansíe es ser el Papa del mundo nuevo, con una iglesia renovada y preparada para afrontar el cambio de ciclo que vive la Humanidad. No estamos ante una elección casual. Según el Latinobarómetro, en menos de dos décadas en 18 países latinoamericanos, los católicos pasaron de ser el 80% al 67% de la población. La diferencia favorece a los evangélicos que también vinieron a Europa, especialmente a España, de la mano de los numerosos emigrantes que llegaron a este país entre 2000 y 2007.

Hay dos líneas en el proceder de Francisco que singularizan su etapa al actuar conjuntamente, y, a la vez, por separado. Una, es su capacidad para entender al mundo y sus complejidades desde el conocimiento intelectual y su adaptación a lo ecuménico. Comprende la globalización en toda su diversidad, en su ser heterogénea, complementaria, compleja, novedosa… La otra es su condición de persona nacida del encuentro entre el viejo y el nuevo mundo: América. Como latinoamericano aporta el conocimiento de una realidad que ha significado el encuentro-fusión del ayer y el futuro. El mundo estaba incompleto sin América y su descubrimiento e incorporación al conjunto de sociedades y la evolución civilizatoria ha sido, probablemente, el suceso más importante acaecido en la Historia de la Humanidad hasta ahora.

Francisco, un estadista empeñado en resolver conflictos enquistados

Esta mirada global lleva aparejados empatía y sentimiento hacia y desde el Hemisferio Sur, habitualmente olvidado, e ilumina a un inmenso territorio donde todo parece posible pero aún falta tanto por hacer. Recientemente supimos de su intervención en la  normalización de relaciones entre EEUU y Cuba, seguramente uno de los acontecimientos políticos, sociales y económicos que pasarán a la Historia de este primer cuarto de siglo. Aquí vemos al estadista que sobresale por su enorme influencia y capacidad de concordia para unas relaciones internacionales necesitadas de sensatez y generosidad. No estamos ante la primera ocasión en que su mano se percibe, con la discreción precisa, ayudando a resolver desencuentros, pero en este caso concreto –como en su firme interés en la finalización del conflicto entre Israel y Palestina- afronta la tarea hercúlea de ayudar a derribar muros inabordables, con la fuerza de sus convicciones y voluntad inquebrantable. Sabe que es muy complicado modificar realidades sin la capacidad de variar voluntades.

Presidentes de Cuba, Bolivia y Ecuador
Los presidentes Castro, Morales y Correa.

 

En esta visita a América Latina, Francisco no renuncia al contacto directo. Sabe que habrá millones de personas que asistirán a las misas que se celebrarán en Ecuador, Bolivia y Paraguay, muchas de ellas al aire libre. Sólo en Ecuador le recibirán más de un millón de personas y tendrá el caluroso recibimiento del presidente Correa que se confiesa católico. Para Bolivia se anuncia una visita histórica, no sólo en el aspecto religioso, pues algunos medios próximos al gobierno de Morales confían en su intercesión para buscar una salida al mar reivindicado históricamente. Por último, visitará Paraguay, hacia el que ya demostró una especial sensibilidad en Argentina, preocupado por la situación de la numerosa y empobrecida emigración que busca una salida vital en la gran nación del cono sur.

Francisco tiene continente. Pero, sobre todo, tiene contenido. Es su gran catequesis. No reza sobre los Salmos en sus discursos. Por el contrario, realiza constantes alusiones a temas actuales y candentes. Ya no es tiempo de sermones sino de transmitir emociones, probablemente lo que hará el Papa en este viaje: un llamamiento a la dignidad del ser humano, a la humildad de la Iglesia, a reconstruir puentes entre diferentes y a aunar voluntades en pro de una justicia social que restituya a los descartados, a favor de una equidad que sitúe a la ética como pasaporte a ese mundo nuevo.

Quizás sea recordado como el Papa que defendió a ultranza los derechos humanos.

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