Economía, empleo, justicia... España tiene todo "pinchado", incluso los teléfonos

Fotomontaje aparecido en las redes sociales con Obama espiando a Merkel.
Fotomontaje aparecido en las redes sociales con Obama espiando a Merkel.

Se nos fue pinchando todo. La economía, el empleo, la Corona, la banca, la doctrina Parot, Pescanova, Fagor, el PSOE, el PP, los sindicatos, la patronal, los casos de la Justicia y las cosas de Cataluña.

Economía, empleo, justicia... España tiene todo "pinchado", incluso los teléfonos

Un niño español, por una de esas casualidades que sólo se producen en el ciberespacio donde la imaginación es infinita, comparte mesa, mantel y hamburguesa con Barak Obama. Entre un mordisco y un trago de cola, el chaval clava su mirada en el hombre más poderoso del planeta y le comenta con esa naturalidad propia de la infancia:

  -¡Mi padre dice que nos espías…!

  Obama no se anda por las ramas, como haría un retórico dirigente europeo, y va directamente al grano:

  -¡No es tu padre…!

Recupero esta joya que circula estos días por las redes sociales, como un paradigma de la sociedad de la información en el siglo XXI. De chaval aprendí, como todos vosotros, que la distancia más corta entres dos puntos era la línea recta. Y he tenido que hacerme mayor, peinar canas, empezar a deshojar la margarita del viagra, ¡maldita sea la dichosa ley de la gravedad!, para poder enunciar el axioma antípoda aplicado a la antropología: la distancia más larga entre dos seres humanos, entre un tipo que manda y un mandao, es la política, los medios de comunicación, la inflación de eso que los ilustrados llaman “graves asuntos de Estado”

No, de verdad. Lo flipo en colores con el tiempo que está ocupando el dichoso asunto de las escuchas telefónicas en los Olimpos de cartón piedra de occidente. Desvía los órdenes del día de las cumbres europeas, se cuela de okupa en las solemnes sesiones de los Parlamentos nacionales, permite a los Ministros florero de la cosa traerse durante días un “asunto exterior” entre manos( ¡enhorabuena, Margallo, tío), descubre la polivalencia de los tertulianos, que lo mismo te discuten sobre un roto que sobre un descosido, y convierten a los editorialistas en discípulos poco aventajados de Graham Greene, desarrollando una trama de intriga que, dicho sea sin ánimo de ofender, produce dolor de barriga tras una erupción volcánica de carcajadas.

La oreja y el ojo del Gran Hermano Obama

Ni a los niños de primaria les ha sorprendido lo más mínimo que el omnipotente, omnipresente y omnisciente inquilino de la Casa Blanca lo sepa de todo de todos, oye. Mientras ese señor que vuela en el Air Force One siga siendo Dios hecho hombre, su reino no sea de este mundo y dependan de él los escasos milagros de los panes y los peces que anhela el planeta, seguirá viéndolo todo, escuchándolo todo, para ir decidiendo sobre la marcha quiénes están haciendo oposiciones a los cielos y quiénes a los infiernos. Nadie duda de que la oreja y el ojo del Gran Hermano Obama está en todas partes. O sea, como el del Vaticano, pero en carne y hueso. Entonces, ¿a qué vienen esas caras de indignación de Merkel, de grandeur ofendida de Hollande, de líderes florero en el invernadero de Bruselas rasgándose teatralmente las vestiduras, de consejos editoriales de la prensa continental poniendo el grito en el cielo? ¿De verdad son tan zotes que no sabían que sus teléfonos estaban pinchados…? Personalmente, prefiero pensar que son unos farsantes,  y no paradigmas del Principio de Peter que, ya no es que hayan alcanzado su máximo nivel de incompetencia, sino lo siguiente.

A mis escasas luces, el gran problema de los pinchazos no es lo que haya podido averiguar Obama de todo lo que quería saber sobre Europa, sino lo que ha averiguado de todo lo que gustaría poder ignorar sobre los que la gobiernan. La cuestión no que lo que pueda salir a la luz de una UE en penumbra económica, política y social, sino que el contenido de las conversaciones a través de los móviles de las cancilleras y los cancilleres, ¡el Señor no permita su reproducción!, inspiren a Hollywood nuevas hilarantes comedias como aquella memorable de “¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú” El asunto es que los dirigentes europeos deben perder un horror en la intimidad, a solas con sus móviles y, más que indignación, debe darles vergüenza que sus respectivos pueblos se puedan enterar de con quiénes se han estado jugando en realidad sus cuartos, sus últimas reservas de esperanza, sus sueños condenados a hacerse añicos como el cántaro del cuento de la lechera.

España padece más 'pinchazos' que un toro en suerte ante Curro Romero

Hombre, por lo menos en España, tan familiarizados con los  pinchazos de los jueces a presuntos inocentes, las filtraciones de los “sagrados” secretos de sumario, las indiscretas lecturas de los labios, las confidencias entre Sánchez Camacho y la novia de Pujol junior (ambas en cinta), los e-mails como pruebas de cargo, las impunes grabaciones clandestinas de “Sálvame”, los legendarios poderes “ultrasónicos de Narcís Serra, las reproducciones de voces de ministros y consejeros, no sé si te acuerdas, planteando apasionadas proposiciones de ley de la oferta y la demanda en la intimidad de sus coches oficiales: ¡ vete sacándote las bragas que estoy llegando!, deberíamos estar curados de espantos. Aquí, se “pincha” más que Curro Romero en sus tardes de toros más aciagas. Fíjate si nos irá la marcha de las indiscreciones telefónicas, que incluso el bueno de Gila practicanba “pinchazos” con el enemigo: ¿Está el enemigo…? ¡Que se ponga!

Si es que en España se nos ha ido pinchando todo, oye. La economía, el empleo, el Estado de Bienestar, la Corona, la banca, la doctrina Parot, Pescanova, Fagor, el PSOE, el PP, los sindicatos, los empresarios, los casos de la Justicia y las cosas de Cataluña. Y encima, éramos pocos, y han aparecido “pinchados” los teléfonos. Salvo el de Artur Más, claro, que así anda el hombre de jodido. Ya me he adelantado yo a La Vanguardia, para animarle, que en realidad  Obama mostro su interés por él a la NSA, pero resulta que la Agencia no tenía a mano traductores de catalán. Pero todo se andará, Honorable President.

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