La desigualdad busca su puesto en la agenda mundial antes de la Cumbre de Davos

La mitad de la renta mundial está en manos del 1% de la población, según un informe de Oxfam.

Con carácter previo a la celebración de la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial, Oxfam recuerda que la mitad de la riqueza del mundo pertenece al 1% de la población.

La desigualdad busca su puesto en la agenda mundial antes de la Cumbre de Davos

Impotencia es la sensación de querer y no poder. De querer cambiar una cosa, una situación, y no ser capaz de hacerlo. La injusticia es el sentimiento, a veces posterior, de haber intentado cambiarla, y no haber podido. Los límites que convierten el poder en el no poder pueden ser externos, y también internos. Hay casos en que los límites vienen desde tantos frentes, que a veces, la impotencia y la injusticia se tornan en una especie de imposibilidad, y las barreras para conseguir el objetivo parecen infranqueables. Pero, ¿lo son? ¿O simplemente lo parecen?

Del 22 al 25 de enero se celebrará en Davos el Foro Económico Mundial, donde los líderes de distintos ámbitos debatirán sobre asuntos de importancia trascendental. Coincidiendo con la Asamblea Anual del Foro, Oxfam ha publicado un informe que no hace sino confirmar lo que era vox populi en muchos lugares: que la mitad de la renta mundial está en manos del 1% más rico de la población.

La desigualdad extrema

Así, según este informe, sólo 85 personas tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población. La mitad. A veces, se escuchan, se leen y se ven tantas cifras así de escalofriantes, que parece que se pierde sensibilidad ante la dureza de los datos. Pero ello no resta crudeza a los mismos. Según el citado informe, esta desigualdad afecta a todos los continentes. En Europa, se ha reducido la clase media y se ha empobrecido gravemente la clase baja. Mientras que en Estados Unidos, se ha incrementado el capital del 1% más rico de la población, que ha acumulado el 95% del crecimiento total posterior a la crisis, el nivel más alto desde hace ochenta años. En India, el número de multimillonarios se multipllicó por diez en la última década. Por su parte, en África, continúan las desigualdades y la dificultad de luchar contra ellas. Y además, del informe se extrae la idea de que existe un secuestro democrático en el que los políticos gobiernan para las élites, lo que hace que la situación se mantenga férreamente.

Si observamos el índice Gini, que sirve para medir el grado de desigualdad de los ingresos dentro de una  sociedad, siempre han existido diferencias entre ricos y pobres, no habiendo ningún país que, al menos oficialmente, se presente como paradigma de la equidad, aunque algunos, sobre todo del norte de Europa, se acerquen bastante. Independientemente de las voces críticas con este coeficiente Gini tradicional o relativo, que considera 0 la igualdad total de ingresos, y 1 la desigualdad total (un ciudadano recibiría todos los ingresos y el resto nada), podemos comprobar diferencias entre países, y aumentos de desigualdades recientes que se pueden sumar a la preocupación de los datos del informe anterior. El coeficiente Gini sitúa generalmente a Noruega, Eslovenia, Suecia, la República Checa o los Países Bajos, como los países que más se acercan a la igualdad. Y España no aparece tan mal situado, en comparación con otros países, y suele situarse entre los países con baja desigualdad. Pero al “mal de muchos...” de sobras conocido, se une el agravamiento de las diferencias a raíz de la crisis. Los veinte españoles más ricos tienen el veinte por ciento de la riqueza de España. ¿Impotencia? Y además, el informe de Oxfam señala que la mayoría de los encuestados cree que las leyes se hacen para  favorecer a los ricos, y que así nada cambie estructuralmente. ¿Injusticia?

Frente a este desalentador panorama, propuestas

Pero como los límites no son sólo externos, y la presión social ha demostrado que en alguna ocasión, funciona, Oxfam propone una serie de medidas, que defenderán en Davos, para luchar contra la desigualdad, que no es sino una forma de atacar la pobreza. Algunas son luchar contra los paraísos fiscales, contra los favores políticos que perjudican, además, a la democracia, tomar medidas para la transparencia, defender la progresividad de la fiscalidad, garantizar la asistencia sanitaria, educación, protección social universales, cooperación y solidaridad, defender un salario digno y exigir a otras élites económicas que se adhieran a esos compromisos. Otras voces, como Joaquín Estefanía, defienden la necesidad de que se incluya un instrumento que mida la desigualdad en el cuadro macroeconómico de los Gobiernos. Las barreras de la imposibilidad, pueden venir construidas por la falta de voluntad. Muchas teorías económicas no consideran adecuadas las medidas propuestas desde la ONG internacional. ¿Y en Davos? ¿Será la desigualdad uno de los puntos a debatir para encontrar una potencial solución para hacer justicia?

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