El 14 de abril vuelve a recordar que hay una vieja cuestión que sigue pendiente en España

Bandera de la República española
Bandera de la República española

Las nuevas generaciones quieren pronunciarse sobre una decisión que se hurtó a sus padres, explica este periodista y profesor universitario, especialista en el asunto que aborda.

El 14 de abril vuelve a recordar que hay una vieja cuestión que sigue pendiente en España

Guglielmo Ferrero afirma que resulta incompresible que una institución o un cargo público tan relevante como la jefatura del Estado pueda trasmitirse biológicament en el siglo XXI. José Cadalso, en sus famosas “Cartas Marruecas”, explica qué es la herencia dinástica: “Nobleza hereditaria es la vanidad que yo fundo en que ochocientos años antes de mi nacimiento muriese uno que se llamó como yo me llamo y fue un hombre de provecho, aunque yo sea inútil para todo”.

En el caso de la actual dinastía reinante en España, ese fundamento “biológico” es poco sostenible: Las Cortes de Cádiz privaron del “Derecho de Sucesión” al infante Francisco de Paula, hermano menor de Fernando VII, por creerlo hijo de Godoy. A su vez, el hijo de Francisco de Paula, Francisco de Asís, casó con su prima Isabel II, en el seno de cuyo matrimonio nacieron varios hijos, todos de padre distinto, entre ellos el futuro Alfonso XII. A través de los documentos vaticanos de la beatificación del padre Claret, confesor de la reina, y de los propios testimonios dejados por la directamente interesada, se sabe que el padre verdadero del bisuabuelo del actual monarca fue en realidad un apuesto oficial del Arma de Ingenieros, llamado Enrique Puigmoltó. Esto es, el Rey desciende de este caballero valenciano. Con razón dice a sus biógrafos que las “leyes de familia” (a través de las cuales recibe la llamada legitimidad histórica) son una “antigualla”.

Nótese que  actual monarca   de España, que fue designado como tal, sucesor a título de Rey, por decisión personal del anterior jefe del Estado, quien se consideraba a sí mismo únicamente responsable “ante Dios y ante la historia”. En la incansable búsqueda de elementos que conecten directamente a las monarquías –todas las monarquías- con Dios, algunos autores han mostrado gran tenacidad, hasta el punto de concluir que todos los grandes reyes de Europa, y entre ellos se destaca a los descendientes de Hugo Capeto, -es decir, entre otros los Borbones-, pertenecen a la Dinastía del Rey David, lo que los entronca directamente con el mismísimo Hijo de Dios, Jesucristo. ¿Cómo resistirse al poder de quien reina no por la Gracia de Dios, sino por ser directamente pariente de Dios?

El origen de la realidad sociopolítica y socio jurídica que llega a nuestros días, adecuadamente reformada, está, como señala López Rodó (quien afirma que el primer acto para restaurar la Monarquía fue el Alzamiento contra la República) en una sublevación de una parte del Ejército y otra serie de elementos afines contra un Estado de Derecho, construido jurídicamente de manera impecable, al margen de sus propios errores y responsabilidades en el mismo desencadenamiento de la guerra civil. Alfonso XIII dijo al marcharse que quería evitar que los españoles chocasen entre sí, pero apenas se lo pidió Franco acudió a Mussolini para que éste mandase su aviación a bombardear Madrid y Barcelona.

Cuando Franco nombra sucesor a Juan Carlos expone de manera clara el 22 de julio de 1969: En este orden creo necesario recordaros que el Reino que nosotros, con el asentimiento de la Nación, hemos establecido, nada debe al pasado; nace de aquel acto decisivo del 18 de julio, que constituye un hecho histórico trascendente que no admite pactos, ni condiciones”.

Por eso José María Pemán, hombre siempre a medio camino entre Franco y Don Juan, emplea la expresión “Adoptio a la romana” para resumir el modo en que el vencedor de la guerra civil acoge, promociona y hace su sucesor al hijo del Conde de Barcelona y dice:El general Franco ha logrado cuanto ha querido de los españoles; y uno de los más difíciles milagros ha consistido en crear en torno de la institución monárquica una atmósfera anuente que va desde el asentimiento resignado al entusiasmo lírico.Él quiso montar una operación dinástica personalísima en torno a un padre y un hijo, solicitando de ellos cometidos dispares que exigen toneladas de discreción y de silencio. […] Con este lubrificante ha podido montar, más que una sucesión clásica, una adoptio a la romana, a nivel de nieto con dos abuelos; uno para suministrarle el prestigio de la historia y otro para suministrarle el prestigio del presente”.

Pero en junio de 1975, el conde de Barcelona, ante sus leales, reunidos en Estoril afirma: “Como depositario que soy del tesoro político secular es que es la Monarquía, específicamente no me he sometido a ese poder personal tan dilatado e inconmoviblemente ejercido por quien fue encumbrado por sus compañeros de armas para la realización de una misión mucho más concreta y circunstancial. […] El 19  de julio  de  1969, ante el  doloroso  anuncio  de  que la Ley de Sucesión a la  que  yo  me había  opuesto  en  1947, iba a ser aplicada, hice pública una nota de la que considero conveniente   recordar  las  siguientes  frases: “Para llevar a cabo esta operación no se ha contado conmigo ni con la voluntad libremente expresada del pueblo español. Soy, pues, un espectador de las decisiones que se hayan de tomar en la materia y ninguna responsabilidad me cabe en esta instauración” Lo que dije entonces lo repito ahora. Mi juicio acerca del valor de lo que en esta ocasión se hizo no ha cambiado ni puede cambiar”. Quizá el conde confiaba en que su hijo cumpliera aquello que manifestara en 1988: “Jamás, jamás aceptaré reinar mientras viva mi padre: él es el Rey”. (Declaraciones de Juan Carlos a Françoise Laot para la revista francesa Point de Vue, mes de noviemnbre).

Este 14 de abril conviene tener presente lo que miles de ciudadanos sienten y recordar que la crisis de la Monarquía en España no es un mero episodio coyuntural, sino de mucho más calado, una cuestión de fondo, estructural. Las encuestas más solventes lo revelan. Las generaciones que no asistieron a la forma en la que el Franquismo logró la continuidad del sucesor del dictador a  título de Rey, jefe de una monarquía electiva, consideran hoy que no es un tema cerrado por la Constitución de 1978 y reclaman que les permitan dar la respuesta que se hurtó a sus padres con la complicidad o el silencio de los medios, y una Ley de Prensa reformada para evitar que pudiera plantearse el debate de las cuestiones esenciales sobre el futuro de la nación

Ese referéndum previo sobre la forma del Estado y su cabeza habría despejado muchos de los problemas que actualmente acucian a la nación española. No deja de ser curioso que tanto en los comentarios de los asistentes a la reunión del Movimiento Europeo de 1964, el llamado “Contubernio de Munich”, como años después la Junta Democrática o en las propias negociaciones entre la oposición y Don Juan de Borbón, aparezca siempre como mecanismo de la salida del Franquismo una consulta a la nación que habría de solventar la forma de la jefatura del Estado, el futuro régimen y de la estructura misma del Estado.

El profesor Mariano García Canales  escribe a este propósito: “Desde las posiciones más intransigentes y contrarias a la opción monárquica, algunos grupos pidieron un referéndum especifico (como había habido en Italia) previo a la elaboración de la Constitución para dilucidar la forma de Jefatura del Estado; esto es, someter a la consideración popular la decisión fundamental entre república y monarquía”. […] Por otra parte, entre los grupos mayoritarios y de más fuente influencia en la Cámara, el Partido Socialista Obrero Español, tuvo una actitud más bien reticente que frontalmente antimonárquica. El mencionado partido, obediente a su tradición histórica, según hicieron ver sus portavoces, hizo gala de su republicanismo, aunque manifestaba al propio tiempo su aceptación del criterio mayoritario y de la decisión, en último término, de la voluntad del pueblo español”.

Pero, ¿tuvo ese pueblo la opción de manifestarse y elegir entre República o Monarquía” o sigue siendo una cuestión pendiente?

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