SOCIEDAD

Buñuel, una relación circular con Antonio Gálvez, en el Museo de Huelva

¿Cómo desentrañar, mediante una serie de fotos, la actitud creadora de un artista? ¿Cómo describir mediante imágenes  el estado de ánimo, la originalidad de un genio, sus orientaciones precisas, su capacidad de señalar los gestos y la entonación adecuada a los actores, en medio de una compleja filmación? Todo eso y mucho más está presente en la exposición fotográfica “Buñuel, una relación circular con Antonio Gálvez”, que, organizada por el Otoño Cultural Iberoamericano (ICIb), en su octava edición, cuyo responsable es Jaime de Vicente Nuñez,  y que surge de una iniciativa de la Fundación Caja Rural del Sur, y es apoyada por diversas instituciones públicas y privadas,  puede verse hasta el 13 de diciembre en el Museo de Huelva. La muestra también fue apreciada en Sevilla.

Antonio Gálvez nació en Barcelona en 1928. Vivió en París entre 1965 y 1992, y actualmente reside en Barcelona. En los años sesenta trabajó en el mundo del teatro tanto en España como en París. A partir de 1969 inició una colaboración con Luis Buñuel y empezó su obra sobre el cineasta, que ahora podemos apreciar de una manera vibrante.  Sus fotos, donde se conjugan una composición delicada y una armonía deslumbrante, captan esos momentos únicos, en pleno trabajo,  en los que el cineasta Luis Buñuel da rienda suelta a su imaginación, inteligencia, sutileza y humor. Sin lugar a dudas las imágenes reflejan el mundo interior y exterior de la singularidad de  este genio cinematográfico aragonés, de forma única.

“Fue el escritor  Octavio Paz –expresa Galván- quien me presentó a Buñuel en París. Yo solamente de él había visto El perro andaluz, por lo que gestioné con el Director de la Cinemateca Francesa que me permitiera conocer el resto de su filmografía. Y así fue. Quedé borracho de Buñuel. Entonces constaté que mi mirada era surrealista. En mis trabajos de escenografía teatral yo me encaminaba por un tipo de expresión surrealista, pero no lo sabía. Aquello no se podía digerir rápidamente, pero intenté quedarme con el pozo que deja, y a partir de ahí hice toda la composición de mi obra. Yo tenía toda la libertad para moverme y hacer lo que quisiera   y tomar las fotos de las filmaciones, menos hacer subir a Buñuel a los árboles, eso es lo que me dijo él.”

“De esa manera –prosigue Gálvez- participé en los rodajes de los filmes La vía láctea(1969), y El discreto encanto de la burguesía (1972). Mi intención era captarlo a él  en activo, no en pasivo, dirigiendo los actores, verificando el vestuario, y muchas cosas. A mi me interesaba destacar la personalidad de un ser humano, a partir de lo que hace”.

La muestra está compuesta por numerosos retratos en blanco y negro llenos de ironía e irreverencia en los que el rostro de Buñuel se mezcla con la crucifixión, las vestimentas eclesiásticas, rebaños de ovejas y todo tipo de elementos oníricos, que al fundirse evocan ese sentimiento del absurdo que tanto gustaba al cineasta aragonés. También hay otra sección que  incluye  la serie La descomposición de los mitos, donde Gálvez mezcla la fotografía y la pintura, que siempre practicó, dando origen a  diversos collages donde reproduce su mundo imaginado, que tiene un marcado acento surrealista.

“La exposición Buñuel, una relación circular con Antonio Gálvez, -manifiesta Jaime de Vicente- es una consecuencia natural del encuentro de dos genios. La singular visión -fotográfica y pictórica- de Gálvez interpreta de forma magistral la personalidad y el personalísimo mundo cinematográfico del director aragonés. Pocos artistas en el mundo han conseguido resultados comparables con el espléndido trabajo de Gálvez en la fusión entre fotografía y pintura”.

En una carta fechada el  23 de enero de 1970, en París, el director le escribe a Antonio: “Amigo Gálvez: Antes de irme dos letras para decirle que sus ¿fotos?  me han parecido magníficas. Auténtica creación original. Le doy mi más cordial enhorabuena. Suyo muy afectuosamente. Buñuel

Hay que destacar que en esta jornada dedicada a Buñuel en el Museo de Huelva, y coincidiendo con la celebración del 41 Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, fueron proyectados las cintas rodadas en México por Buñuel: Nazarín, El gran calavera, La ilusión viaja en tranvía, y el excelente documental de Javier Espada, Tras Nazarín.

El empeño del Otoño Cultural Iberoamericano (OCIb) es muy meritorio al “establecer lazos entre los ciudadanos de la Comunidad Iberoamericana de naciones, tomando como base los vínculos históricos, de idioma (español y portugués), mestizaje, valores comunes, que nos unen. Estos objetivos se plasman en una convocatoria muy diversificada -todas las manifestaciones de la cultura de calidad pueden ser acogidas en el OCIb- y muy extensa en el tiempo -se extiende a lo largo de toda la estación del otoño-. Desde el punto de vista geográfico, su foco principal se encuentra en Huelva, cuna del Descubrimiento de América, pero habitualmente programa actividades también en Sevilla y Cádiz. En ocasiones, determinadas exposiciones han tenido lugar en otras ciudades, como Lisboa, Granada, Jaén, Burgos y Santiago de Compostela (exposición de artistas españoles y dominicanos del Museo Bellapart, en el Museo Granell)” -afirma Jaime de Vicente Nuñez.

 

Buñuel, una relación circular con Antonio Gálvez, en el Museo de Huelva
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